Caridad Cuervo: Reina de las guarachas

Caridad Cuervo

A Caridad Cuervo la llamaron la gran revelación infantil, debido a su desarrollo musical exitoso en las primeras etapas de vida, ya que acumulaba presentaciones en radio, televisión, en clubes y cabarets, hasta que en la segunda mitad de la década del cincuenta los empresarios y directivos de Tropicana la contrataron para actuar en sus principales espectáculos.

Con el encargo, cristianizó en una de las figuras protagónicas del emblemático centro nocturno y de otros espacios dentro de la capital.

En sus presentaciones en la radio y la televisión cubanas tuvo la posibilidad de actuar en programas en vivo en Radio Progreso y CMQ, con diversas agrupaciones de moda, que por sus condiciones artísticas, sonoras y repertorios, formaban parte de la vanguardia musical cubana de la época. Entre ellos se citan el conjunto de Yoyo Casteleiro, Estrellas de Chocolate, en esa etapa liderada por Severino Ramos y la Sonora Matancera, que aunque compartió escenarios con La Cuervo no tuvo la oportunidad de realizar grabaciones conjuntas.

Caridad Cuervo se caracterizò por poseer un repertorio, si bien distinguido por sones y guarachas, profuso en nùmeros musicales. Popularizó “La rumba es mejor”, “Dame bururú”, y “Tambó africano”, así como la conocida “Mata Siguaraya” y “El Yerbero Moderno”. Estos fueron temas en cuya interpretación la Cuervo puso una singular picardía, tal como demandaban sus contenidos y la propia personalidad de la cantante, enérgica, vigorosa y sandunguera.

Su primer LP lo grabó en 1958 con la empresa discográfica PANART, en el que incluyó más de 10 temas, entre ellos su canción emblemática, muy solicitada por los públicos en cada presentación: ʺLa candelaʺ, con la cual la artista puso en contexto su carisma, potencial escénico y condiciones interpretativas.

Hizo un receso en sus actuaciones y en la década del 90 reapareció con el espectáculo del cabaret Tropicana, donde volvió brillar, ahora mucho más madura, hasta el día de su fallecimiento.

Murió en su ciudad natal, La Habana, la que nunca abandonó, el 22 de diciembre de 1998. No obstante, su desaparición física, se le recuerda como una de las más fervientes guaracheras de Cuba, y en correspondencia se le ubica en lo más alto del pedestal donde habitan las más grandes.