Sara González: su nombre también es pueblo

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Su nombre está ligado a la creación del Movimiento de la Nueva Trova (MNT), junto a Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, y es considerada una de sus principales exponentes.

Este 1 de febrero de 2023 se cumplen once años de la desaparición física de Sara González, la voz femenina de aquel movimiento que recientemente cumplió 50 años. Sin embargo, aunque la eternidad física no nos está permitida a ninguno de los mortales, ella quedará por siempre en la que otorga la memoria colectiva. Y lo hará, sobre todo, a través de dos temas que inmortalizó en su voz; porque será irrepetible la interpretación que hiciera de “Su nombre es pueblo”, esa antológica composición de Eduardo Ramos, y de ʺGirón: la victoriaʺ, otra igualmente valiosa que lleva su firma.

Nacida en La Habana en 1951, Sara González realizó sus primeras incursiones en el canto a inicios de la década del setenta cuando se incorporó a Los Dimos, una agrupación de cierta popularidad en aquellos años. Pero recordemos que por entonces también realizó dúos con el cantautor Pedro Luis Ferrer.

A Silvio Rodríguez y a Pablo Milanés los conocía desde su época de estudiante y fueron ellos quienes la motivaron para que musicalizara los Versos Sencillos de José Martí, experiencia que marcó su debut discográfico.

Bajo el título de Versos de José Martí cantados por Sara González, este fonograma se grabó en 1975 y unió la ternura y la fuerza musical de la intérprete con el aliento vivo de los poemas martianos. Pero este disco también devino canto que busca en los sentimientos más firmes y justos de nuestro pueblo.

A comienzos de la década del 70 la cantautora se incorpora al Movimiento de la Nueva Trova, donde sobresalió como su voz femenina más representativa. Incluso siguió los mismos derroteros que sus colegas, pues se integró al Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, para dar paso a una nueva y enriquecedora etapa de su trayectoria.

A partir de entonces se multiplicó su aparición en programas de radio y televisión y, además, tomó parte en la realización de música para cine. Con la disolución del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, al igual que otros de sus integrantes, emprendió un camino propio, acompañada de su guitarra.

Pero también realizó presentaciones con otros trovadores y agrupaciones como: Irakere, Manguaré, Los Cañas y La orquesta Todos Estrellas. En esa etapa emprendió igualmente una actividad infatigable por los escenarios del mundo.

Su quehacer multifacético la impulsó hacia nuevos derroteros a inicios de la década del 80. Para ese entonces formó, junto a Virulo, Carlos Ruiz de la Tejera y Jesús del Valle, el Conjunto Nacional de Espectáculos. Esta vertiente satírica dentro del teatro musical tuvo éxito tanto en Cuba como en el extranjero y para la artista significó una mayor experiencia y madurez en su desenvolvimiento escénico.

Su segundo disco vio la luz por estos años. Cuatro cosas, un fonograma de 1982 en el cual ofrece versiones musicalizadas de poemas de Guillén y Fina García Marruz, sin olvidar canciones de alcance político dedicadas a Nicaragua, Bolivia, al Che y a la heroína del Moncada, Haydée Santamaría.

Sara unió su quehacer musical al grupo Guaicán a partir de 1984, para dar comienzo a una experiencia muy interesante dentro de su carrera artística porque Guaicán se conformó con músicos sin formación profesional, pero ella los convirtió en sus alumnos y estableció con ellos una especie de taller de experimentos y desarrollo que se mantuvo hasta el final.

De ese trabajo conjunto con Guaicán quedaron dos discos, los titulados: Con un poco de amor y Con apuros y paciencia, representativos de su obra a fines de los 80 y comienzos de los 90.

En un recorrido por su discografía no puede faltar la referencia a los CDs Cantos de mujer, una serie de dos discos en los que vindica las contribuciones de las compositoras cubanas a la música popular, con la interpretación de temas creados por nuestras compositoras a través del tiempo.

Lamentablemente, la muerte le impidió dar continuidad a ese proyecto, pues en los últimos tiempos trabajaba en la tercera entrega de esta serie discográfica y ya tenía seleccionado incluso todo el repertorio de canciones.

En cuanto a proyectos, no podemos dejar de mencionar el Jardín de la Gorda, otra de las contribuciones más notables de esta trovadora en su última etapa. Una cita mensual que se convirtió poco a poco en un espacio de diálogo entre la comunidad y las artes.

Más que la propia Sara González, muchos otros amigos cantaban allí y lo siguen haciendo, porque esta peña mensual no se ha detenido a pesar de la ausencia física de su creadora.