Celina González: Siempre reina

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Por: Omar Echevarría

El tres y el laúd, las tonadas campesinas, los guateques y las canturías, formaron parte de la vida de Celina González desde que nació el 16 de marzo de 1929 en el caserío La Luisa, en la provincia de Matanzas.

Esa tradición continuó cuando, siendo muy pequeña aún, la familia se trasladó para Santiago de Cuba. La música de la campiña cubana la acompañó hasta su muerte a los 86 años de edad, el 4 de febrero de 2015.

Estaba predestinada para ser reina y así fue, nadie dudaba de su majestuosidad al escuchar su potente voz, clara y rítmica, fiel a sus raíces guajiras. El bohío, el taburete, el pozo y el conuco, la palma y el sinsonte, brotaban de su interpretación como símbolos de nuestros campos.

Nunca negó su pasión por la religión afrocubana y su adoración a Santa Bárbara, quien le pidió un canto de alabanza y así surgió “¡Que viva Changó!”, inspiración de Celina que recorrió el mundo en voz de su autora, agradecida de la santa que le prometió un rotundo triunfo artístico y así lo cumplió.

Con Reutilio Domínguez, notable guitarrista y segunda voz, padre de sus cinco hijos, formó pareja en la vida y en el arte desde 1947 en el famoso dúo de Celina y Reutilio. Juntos compusieron “Yo soy el punto cubano”, otra melodía que la acompañó siempre con gran éxito en todos los escenarios.

Fue Ñico Saquito, el famoso compositor de guarachas, quien los trajo para La Habana, donde a fuerza del talento demostrado y el auge que tenía en los años 40 la música campesina en la capital, continuaron, ahora a nivel nacional, el reconocimiento alcanzado en la emisora Cadena Oriental de Radio, de Santiago de Cuba.

Se presentó el dueto en escenario de todo el país, en República Dominicana y Nueva York, donde reclamaban la presencia de la pareja que se disolvió en 1964. A partir de ese momento comenzó la carrera de Celina como solista, acompañada por excelentes conjuntos típicos, como Campo Alegre, Los Montunos, Los Pinares y el del espacio televisivo Palmas y Cañas, dirigido por el laudista Miguel Ojeda.

Para rescatar el repertorio que interpretó en el antiguo dueto, en 1981 formó dúo con su hijo Lázaro Reutilio, con el que grabó en 1999 el disco 50 años como una reina, nominado en el 2001 al Grammy Latino.

Un nuevo renacer de la música de Celina González la llevó por esa época a los más prestigiosos escenarios de Colombia, Ecuador, Argentina, México, España, EE.UU, África e Inglaterra, donde sus grabaciones eran muy conocidas y gozaban de gran popularidad.

La Santa Bárbara-Changó se lo prometió en una aparición y Celina con su fe, su talento y ese don que solo poseen los grandes artistas, tuvo el brillo rutilante de las estrellas y logró ser: Siempre reina.