Daniel Santos: El puertorriqueño que enamoró a La Habana

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Daniel Santos está considerado uno de los cantantes más famosos de Latinoamérica y un boricua para el que Cuba fue su segunda patria. Aunque nació en Puerto Rico, tenía la certeza de que fue “hecho para Cuba”, a la que siempre consideró su segunda patria.

En La Habana dejó una leyenda y en la música cubana una profunda huella. Su contacto con lo mejor de nuestro pentagrama de mediados del pasado siglo le confirió un sello de cubanía bien perceptible en todas sus interpretaciones y composiciones.

Daniel Santos llegó a La Habana en 1946 recién cumplidos los 30 años de edad. Su debut fue en el programa Bodas de Plata de Partagás, de la emisora Radio Cadena Azul. En una de sus primeras presentaciones lo acompañó la orquesta dirigida por los maestros Adolfo Guzmán y Rodrigo Prats. Sin embargo, lo que nadie imaginó entonces es que aquella voz con sabor a bolero contribuiría a fundir en un solo estilo los modos de crear y cantar de Cuba y Puerto Rico.

Cuentan que el también boricua Bobby Capó fue quien lo presentó a Amado Trinidad. Como resultado, el propietario de Radio Cadena Azul lo contrató para actuar por ocho días en Bodas de Plata…, donde se presentaban los más reconocidos artistas del momento. Aquel programa comenzaba con la canción “Anacobero” a cargo del pianista puertorriqueño Andrés Tallada. Pero ese día el locutor se equivocó y presentó a Daniel Santos como El anacobero. El mote lo acompañó desde entonces y luego se añadió lo de Inquieto, muy en correspondencia con su carácter y personalidad.

Desde entonces su voz comenzó a escucharse con éxito en nuestras ondas radiales. De Cadena Azul pasó a Radio Suaritos, donde cantó con orquestaciones realizadas por Obdulio Morales. Más tarde se trasladó para Radio Progreso y allí trabajó con La Sonora Matancera, etapa de gran éxito en su carrera.

Daniel Santos enamoró a La Habana con su manera de cantar, pero esta ciudad lo impactó con sus mujeres, su intensa vida nocturna, su encanto y su música. Y fue también en la capital cubana donde realizó muchas grabaciones y presentaciones exclusivas con La Sonora Matancera entre 1948 y 1953.

Con el célebre conjunto actuó en Radio Progreso, en el teatro Martí y en CMQ Radio, así como en el bar del Hotel Sevilla, entre otros escenarios. De hecho, sus éxitos y grabaciones comenzaron con La Sonora Matancera y sumaron más de un centenar, incluyendo títulos como “Bigote gato”, “Dos gardenias” y “Llevarás la marca”, por solo mencionar algunos de los más conocidos.

Con este conjunto también disfrutó de su mayor fama, además de hacerlo célebre a nivel internacional. Santos hizo época con sus interpretaciones de las más emblemáticas obras de Isolina Carrillo, Jesús Guerra y Pablo Cairo, entre otros autores cubanos. Y dio a conocer, con notable éxito, sus propias composiciones que fueron reflejo de su auténtica personalidad, tal como lo apreciamos en los boleros “El preso”, “Linda”, “Los dos amigos” y “Patricia.

En los años cincuenta cantó también con el conjunto Los Jóvenes del Cayo y supo identificarse con la lucha revolucionaria que se gestaba en Cuba a fines de esa década. De ahí surgió en 1957 su obra ʺSierra Maestraʺ, una apología dedicada a los rebeldes que luchaban en las montañas y que muchos desconocen que es de su autoría. Cuentan que la compuso en un bar de Venezuela y la grabó clandestinamente en New York. Incluso hasta vendió personalmente sus discos para recaudar fondos y con ello ayudar al Movimiento 26 de Julio.

Durante la década de 1960 su música se hizo muy popular en todo el Caribe y especialmente en Colombia, donde fue reconocido con el apodo de El jefe.

El escritor Gabriel García Márquez se confesó siempre entre sus admiradores, al punto de mencionarlo en su libro Relato de un náufrago y en varios artículos periodísticos.

En los últimos años de su vida realizó algunas giras por Latinoamérica y grabó con Johnny Pacheco y el Conjunto Clásico. De esa etapa final también se recuerda su interpretación de la canción “Joven contra viejo”, junto a Héctor Lavoe.

Daniel Santos falleció en Estados Unidos, en noviembre de 1992, pero sus restos descansan en el viejo cementerio de San Juan, en su natal Puerto Rico.

Durante la ceremonia su compatriota Andy Montañez le cantó “Despedida” y no fue casual, entre otras razones porque ambos nacieron en el mismo barrio boricua de Trastalleres.

Tampoco resulta casual que la tumba de Daniel Santos esté cercana a la del compositor Pedro Flores y la del líder nacionalista Pedro Albizu Campos. Del primero interpretó muchos de sus temas y del segundo recibió las influencias de sus ideales nacionalistas.

En 1990, dos años antes de su muerte, Daniel Santos intentó asistir al Festival Boleros de Oro con sede en nuestro país, pero la visita no pudo concretarse. Fue entonces que envió una carta a Isolina Carrillo donde expresó su sentir por no poder estar presente y su amor por Cuba a la que calificó como su segunda patria.

En 2001 el Festival Boleros de Oro le rindió homenaje póstumo con una celebración que se hizo extensiva a la vecina isla de Puerto Rico.

En el evento se estrenó el documental Daniel Santos, su vida como un torbellino, del realizador boricua Noel Cruz, una muy acertada valoración acerca de este cantor que es hoy uno de los nombres míticos del bolero en Latinoamérica.