«Lo oculto y desconocido» (V parte)

Por Joaquín Betancourt Jackman (Premio Nacional de Música 2019)

La verdad es que una de las tantas razones que me llevaron a inclinarme a estudiar el violín, fue mi gran admiración hasta el delirio por la Orquesta Aragón. No solo antes de comenzar mis estudios de música, me cautivó la sonoridad de esta institución para honra de nuestra música popular, sino que también su presencia escénica, admiraba su sobria elegancia y su refinado estilo de hacer la música. En aquellos tiempos, mientras mi adorado abuelo me presionaba para bien, con la escucha de las grandes obras clásicas de la música, yo encontraba en la preferencia por la Orquesta Aragón, “la válvula de escape”, para disfrutar de un modo muy hermoso la música popular, excelentemente bien ejecutada, con una inmensidad de detalles de buen gusto.

Rafael Lay, su director, constituía uno de mis ídolos, yo aún sin haber tenido por aquel entonces la oportunidad de conocerlo personalmente, me imaginaba una persona de una ética especial, que así pude corroborar cuando la vida me dio las posibilidades de conocerlo personalmente.

Ya entonces habiendo iniciado mis estudios de violín, me conocía y tocaba de oídas los solos de violín y la forma y dicción del maestro Lay al ejecutarlas. Para toda la vida me marcó la frustración de haber querido ser parte de esa orquesta, pero a cambio de ello el destino me proporcionó el divino regalo de escuchar de cerca sus grandes consejos musicales que fueron y serán para siempre una de mis mejores clases magistrales de música recibidas, además de una bonita y sincera relación de amistad con su familia especialmente sus hijos todos.

Cuánta alegría y orgullo sentí, cuando supe la noticia allá por los años 60 del pasado siglo, de que, en una gira artística por la vieja Europa, la insigne orquesta se presentó con éxitos en la sala de conciertos del mundialmente famoso conservatorio Tchaikovsky, fue un hecho artístico de una gran envergadura y orgullo nacional, que jamás se repitió con alguna otra agrupación de música popular cubana.

La Orquesta Aragón, con su maestro director Rafael Lay, al frente y su eterno compadre y colaborador, el virtuoso maestro flautista, compositor y arreglista, Richard Egues, dejaron para siempre en la historia de la música popular cubana muy apreciables aportes. De hecho, cuánto la influencia del estilo de sus coros ha sido en el mundo de la música salsa imitado, repetido o utilizado, véase los ejemplos en los grupos como Dimensión Latina, el salsero Oscar de León, en orquestas de Colombia, México, Estados Unidos y hasta en el África.

Resulta curioso ver, y como resultado de variadas escuchas personales, se aprecia que en esos coros la dicción y el color se los proporcionaba el ingenio e idea de Lay, sabía cómo sumergirse en esas vibrantes voces de Bacallao y Olmos.

Una vez propuse a la vieja dirección de EGREM, la creación en sus viejos estudios de un salón de la fama y gloria de los músicos y la música cubana, y por supuesto la Orquesta Aragón merecía su lugar en ello, pero la propuesta fue tomada tímidamente con aceptación, porque lamentablemente “la venta de cerveza en estos últimos 20 años tiene más importancia que dignificar la cultura”.

Y cosas como éstas, paralelas a la gloria de la Orquesta Aragón, no son tan ocultas ni desconocidas.

Tomado del perfil en Facebook de Joaquín Betancourt Jackman