Teresita Fernández: 10 años de una despedida

Teresita Fernández

Por Odalys Padilla

El 20 de diciembre de 1930, en Santa Clara, vio por primera vez la luz Teresita Fernández García, una pedagoga que se convirtió, de forma autodidacta y motivada por su amor al arte, la música y los niños, en trovadora, cantautora, guitarrista y compositora.

Graduada de maestra normalista alcanzó en 1959 el grado científico de Doctora en Pedagogía, llevando a sus composiciones esa sabiduría que hizo que sus creaciones se nutrieran de las excelsas sonoridades de antiguas baladas y del rico folclore campesino, sin olvidar que en la canción para niños ocupa un lugar cimero y singular entre los grandes maestros de América Latina.

En la capital cubana se dedicó a hacer trova, pues componía y cantaba sus propios temas. Las Hermanas Martí y Ramón Veloz fueron de los primeros artistas que interpretaron sus canciones, al tiempo que les propiciaron el acceso a los círculos artísticos de la ciudad. Debutó oficialmente en la Sala Arlequín el 20 de julio de 1965, y entre los asistentes figuraron estrellas de la magnitud de Sindo Garay y Bola de Nieve. Con este último compartió escena en el restaurante Monsigneur, hasta que tuvo su espacio propio en el club Coctel de La Rampa.

En 1960 incursiona por primera vez en la televisión y en 1966 la revista El Caimán Barbudo le rinde su primer homenaje en Bellas Artes. Comienza su genial trabajo con la música para niños. En 1988 obtiene sus primeros galardones internacionales, lo que sería una constante en su carrera.

Vienen luego una sucesión de años en los que Teresita despliega un enorme trabajo musical, educativo y poético que la afianzan en la preferencia del público que ama sus canciones, libros, poemas. A lo largo de su fructífera vida obtuvo innumerables premios y condecoraciones, entre las que destacan las distinciones por la Educación Cubana y por la Cultura Nacional. En el año 2009 obtiene el Premio Nacional de Música.

Fallece en La Habana, el 11 de noviembre de 2013, a la edad de 82 años. Dejó una profunda huella en la educación y la cultura cubanas y un legado de amor apreciado enormemente por los niños.