Martí y los mundos de la música

José Martí

Con frecuencia hablamos de su pensamiento independentista, de su propia vida y obra, pero casi nunca nos detenemos en su relación con la música. La música palpitó en el corazón de José Martí.

Fue un gran oyente y crítico musical. Asistió a conciertos, expresó sus emociones en una forma que sólo él conseguía: «Lo que se piensa es mezquino, lo que se revela es sumo y armónico: se rompe la voluntad en el cerebro, sonríe y se adorna en los espacios inefables de la música».

Pero Martí es también referencia para músicos contemporáneos. Uno de los más populares, Polo Montañez, le dedicó este tema “Homenaje a José Martí”

«La música es el hombre escapado de sí mismo: es el ansia de los límites surgida de lo limitado y de lo estrecho: es la armoníaconstante y venidera.» Así escribía Martí de la música.

El Maestro se emocionaba con el arte verdadero. Uno de sus compositores cubanos preferidos era José White. Lo escuchó por vez primera en México y le dedicó frases de elogio: «White no toca, subyuga. Las notas resbalan en sus cuerdas, se quejan, se deslizan, lloran, suenan una tras otras como sonarían perlas cayendo. Ora es un suspiro prolongado que convida a cerrar los ojos para oír, ora es un gemido fiero que despierta el oído aletargado: en el carnaval de Venecia las notas ya no gimen, ni resbalan, salpican, saltan, brotan, allí encadena voluntad y admiración».

José White, el gran compositor cubano mereció muchos de sus elogios. El Maestro escribía con emoción: «No hay un ruido bronco, no hay una nota aguda ni desapacible, allí están armónicamente entendidos, atrevidamente opuestos todos los secretos del sonido, todo lo débil de lo tenue y todo lo solemne del enérgico: murmuríos de notas suaves que arrancan bravos unánimes al auditorio suspenso y dominado. Aquel violín se quejan, se entusiasma, regaña, llora, con qué lamentos gime, con qué dolor tan hondo se desespera y estremece. Horas inolvidables y brevísimas son las horas que se pasan a su lado, se halla el alma a sí misma con verse allí tan bella se perdonan su miseria y estrechez. Cuanto quepa de alabanza, White lo merece. Cuanto de arte quepa, White lo tiene. Hijo es de aquella tierra en que el crepúsculo solloza: en que los cañaverales gemebundos besan perennemente con su sombra las clarísimas aguas de los ríos, hijo es de mi patria muy amada. Yo honro en él a la vigorosa inspiración y la ternura y la riqueza de mi tierra queridísima cubana».

Martí no sospechó que su propia obra se volvería música, muchos compositores tiempo después fueron a los versos del maestro a buscar inspiración. Sus Versos Sencillos han motivado a varios músicos. El trabajo de Amaury Pérez es muy conocido, también el de Amaury Pérez, Pablo Milanés, Sara González. Miriela Moreno con su agrupación Aceituna sin hueso versionó “Mucho señora daría”.

Martí fue un apasionado de la música. El maestro, amante de la música, consideraba a Ignacio Cervantes uno de los genios de Cuba. El compositor tuvo que abandonar su isla por su amor a la independencia. Se fue a Estados Unidos a actuar ante los emigrados y a ofrecer lo recaudado para la causa.

Ignacio Cervantes compartió un concierto con el violinista Rafael Díaz Albertini. Asistió Martí a la actuación y el 5 de mayo de 1892 escribió: «Ni se escapó jamás del teclado soberano del  uno, ni del violín impecable del otro, armonía semejante a la que en aquella visita de los hombres del trabajo del salón a los hombres de trabajo de la fábrica ascendió, como una proclama de paz, como una proclama de concordia, del silencio satisfecho de aquellos corazones: de pie recibieron los tabaqueros cubanos del Cayo a los músicos cubanos».

Luego, en una crónica titulada Cervantes y Albertini, José Martí sentencia: «Los hombres van en dos bandos, los que aman y  fundan, los que odian y deshacen».

José Martí no sólo escribió de música, sino para ella aunque entonces no lo supiera. Sus Versos Sencillos y parte del Ismaelillo se han vuelto canciones, incluso textos en prosa, como la introducción del libro dedicado a su “Hijo”, musicalizado por Sara González.