Lo que queda por vivir con la obra de Alberto Vera

Alberto Vera

Profundizar en los mejores y más atractivos valores de la música cubana, así como encontrar el punto justo para satisfacer el gusto estético popular, fueron aciertos que caracterizaron la obra compositiva de Alberto Vera, en el icónico binomio Piloto y Vera.

El compositor encontró una manera particular de decir la canción, identificada con los hacedores del filin, José Antonio Méndez, César Portillo de la Luz y Rosendo Ruiz, aunque desde el punto de vista de muchos, las composiciones de Vera resultan más contemporáneas, aun cuando se consideró “fiel continuador de estos tres grandes”.

Se ganó el favor de encumbrados intérpretes. Vicentico Valdés, Panchito Riset, Rubén Blades, y Gilberto Santa Rosa, entre otros, llevaron sus obras a la escena internacional.

Del patio sobresalen en la recreación de sus temas: Elena Burque, Moraima Secada y Omara Portuondo, para quienes Vera plasmó temas inolvidables como «Amigas».

Una de las mayores virtudes de Alberto Vera es la variedad creativa, pues no limitó su capacidad autoral al bolero y la canción, alcanzó los típicamente cubanos y otras modalidades de la música bailable nacional.

En el año 1949 se unió a Giraldo Piloto, y 2 años después surgió el Dúo Piloto y Vera, considerado uno de los más fecundos del pentagrama nacional.

La primera obra de la dupla obtuvo un éxito total, aunque en la cima de la popularidad se ubicaron, las sucesivas: «Nueva vida», «Tu fidelidad», «Duele», «Y deja», «Tu verdad» y otras que prestigian la firma de ambos compositores.

Sin embargo, nada comparado con dos canciones que se inscribieron para siempre en la historia musical cubana: «Solo contigo basta» y «Añorado encuentro», esta última alcanzó el mayor rating de grabaciones y popularidad.

Como parte de su recorrido artístico, Vera junto a Piloto, incursionó en la especialidad de la comedia musical con las obras «Las vacas gordas» de Abelardo Estorino, y «Las yaguas» escrita por su hermana Maite, en ambos casos los lauros fueron convincentes.

En pleno ascenso de su carrera autoral el seis de septiembre de 1967 en un accidente de aviación murió Giraldo Piloto, con lo que Alberto Vera perdió a un gran amigo, al compañero inseparable con quién desde 1944 compartía derroteros musicales, ilusiones y empeños.

Entonces, ante la fatal situación, durante mucho tiempo se alejó de la composición y se dedicó a atender las funciones de director de Música del Instituto Cubano de la Radio y la Televisión durante casi 15 años.

En la etapa de los años ochenta Alberto Vera resurgió como el audaz compositor que siempre fue, con varias obras, entre ellas «Lo que me queda por vivir», dedicada a su esposa y popularizada por Omara Portuondo.

Alberto Vera Morúa, quién por esas coincidencias de la vida nació y falleció en similar día, el 18 de diciembre, fue una gran figura de la música popular cubana.

Exponentes nacionales y foráneos de la música incluyeron en sus repertorios obras de su autoría.

Alberto Vera obtuvo premios y reconocimientos en concursos de música tanto en Cuba como en el exterior y con ese desenfado que lo caracterizaba afirmó en una oportunidad: “A quién no le gustan los premios, pero yo creo que por encima de esa satisfacción lo importante es participar”.