Guitarra con memoria y nubes

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La guitarra, voz de cuerdas que no sabe callar sentimientos, es compañera del poeta trasnochado y soñador. A veces, tormenta que dibuja nubes oscuras; otras, alivio fugaz para heridas perennes.

Para el trovador Silvio Rodríguez ha sido su más certera guía. La complicidad los une y basta un guiño para que desaten pasiones.

No obstante, lo ocurrido hace 60 años marcó al artista al punto de no expresarse hasta una década después.

El parto del tema ʺOh, bienvenido seas, octubreʺ, necesitó que el cantautor observara sus recuerdos, alejado de la incertidumbre de una temporada terrible.

Fueron aquellos trece días que el planeta estuvo al borde de una guerra nuclear. Era octubre de 1962 y Cuba vivía amenazada por los Estados Unidos. Los insultos verbales en foros mundiales y violaciones de nuestro espacio se hicieron habituales. Era difícil admitir una Revolución socialista tan cerca del imperio.

Cuando la llamada Crisis de los misiles o del Caribe puso en alerta al orbe, esta pequeña isla aparecía en el centro de una decisión entre los gobiernos norteamericano y soviético. De hecho, nos obviaron para hacer sus acuerdos.

Las emociones del Silvio adolescente, incorporado a las milicias, como la mayoría del pueblo cubano, no tomaron la guitarra entonces. Un rifle de la marca Máuser en sus manos y la vigilia para defender la soberanía del país de un posible ataque enemigo, dejaron en pausa los acordes hasta que la vida los convirtió en tristes remembranzas.

Fidel, un líder valiente, no dejaba de sorprender al mundo y apuntaba cómo este pueblo no había temblado en tan lamentables circunstancias.

La guitarra se siente fuerte, como si aquella experiencia perturbadora no se alejara de la memoria. Así nació ʺOh, bienvenido seas, octubreʺ: