Esther Borja, damisela para todos los tiempos

Esther Borja

La cultura cubana tiene grandes tesoros y uno de ellos es la damisela encantadora de nuestra música.

Esther Borja se presentó por primera vez ante el público en una velada escolar en 1929. Allí interpretó “Canto siboney” y “Noche azul”, ambos títulos de Ernesto Lecuona. Pero un acontecimiento iba a cambiar su vida. Toda la familia se mudó para una casa en la calle San Nicolás entre San Lázaro y Lagunas. En los altos vivía el dueño de una emisora de radio muy popular, la Casa Lavín. Un día el señor le preguntó:

¿Señorita, usted es la muchacha que canta? Ella respondió de manera afirmativa, y él propuso: ¿Y a usted le gustaría cantar en la radio? Así comenzó un romance entre artista y medio de difusión.

Gracias a la radio comenzó Esther Borja a tejer vínculos con la familia Lecuona. En la CMCA conoció a Juanito Brawer, hijo de Ernestina. Antes en la Casa Lavín había conocido a Elisa, la hermana más pequeña de Ernesto. El maestro estaba en España.

Ernestina Lecuona posibilitó a Esther nuevos horizontes. Le invitó a trabajar en la CMK y en la emisora El Progreso Cubano. Se convirtió en una artista fija y a Ernesto lo conoció tiempo más tarde, en 1933 cuando regresó a Cuba el maestro tras una larga enfermedad.

Esther Borja valoró mucho su trabajo en la música lírica. Recordaba con gran cariño la puesta en 1940 de Las Leandras en el teatro principal de la Comedia. También con gran afecto los conciertos extraordinarios del maestro Eliseo Grenet. Compartió en ellos, con Rosita Fornés, María de los Ángeles Santana, Pedro Vargas y Bola de Nieve.

En el año 45 del siglo pasado tuvo una importante temporada de teatro en el Martí. De ahí se recuerda La Condesa Maritza, Ópera de Kalman y La corte del faraón. Sus últimas actuaciones en teatro fueron en España, específicamente en Madrid y Barcelona, en gira realizada con Ernesto Lecuona.

Esther Borja se consideró una mujer de radio. «La radio es la que me lleva a mi primera salida de Cuba, un contrato con Radio Mundo de Buenos Aires, adonde viajé en unión de Ernestina, Ernesto Lecuona y Bola de Nieve», así se expresó en más de una ocasión. A este contrato debió también su debut en el cine, junto al Maestro y al Bola. Aparecieron en la película Adiós Buenos Aires. Allí Esther Borja canta “Para Vigo me voy”.

En Argentina la damisela de Cuba alternó con figuras ya famosas como Libertad Lamarque y Rosita Moreno. Por esa época fue contratada por Radio Nacional de Lima. Esa emisora peruana transmitía en cadena para toda América Latina. Patrocinaba una firma alemana, Bayer y al término de la guerra obligaron a todos los artistas a cantar en ese idioma. Esther aprendió también y un profesor judío le montó un repertorio exquisito. Así armaba su concierto: un tercio en alemán, una parte semejante de música latinoamericana y por supuesto, lo demás, obras cubanas.

Entre 1946 y 1948 Esther Borja hizo época en los Estados Unidos. La prensa especializada reflejó el acontecimiento. En la revista Variety podía leerse: «En este gran concierto del Carnich Hall fue Esther Borja con sus composiciones cubanas, la mejor artista del conjunto y de una gran personalidad».

Mientras, en The New York Times se escribió: «Las actuaciones fueron técnicamente adecuadas hasta que se presentó Esther Borja, cuya personalidad y perfecto conocimiento de cómo cantar una canción, la hizo que fuera algo brillante en el programa».

Otro momento importante para la artista fue la llegada de la televisión. Había participado en muchos espacios y compartido con grandes como Lecuona, Armando Oréfiche, Frank Domínguez, Orlando de la Rosa y Felo Bergaza. En 1961 la televisión le dio la oportunidad de conducir un programa y comenzó una bella historia de entrega y amor en favor de lo mejor de nuestra música cubana. A él se consagró para promover nuestra música. Estuvo 25 años en el aire y dijo Esther que lo hubiera hecho siempre, con mucho amor.

Ella cantó a dos, tres y cuatro voces. En una placa grabada en 1955 en Radio Progreso por el formidable técnico Medardo Montero, la damisela hizo todas las voces: contralto, mezzo y soprano. Participaron los pianistas Luis Carbonell y Numidia Vaillant. Quedaron obras de Oscar Hernández, Jaime Prats, Félix B, Caignet, Ernestina Lecuona y por supuesto, del maestro. Ese disco es una joya de nuestra música.

Esther Borja Lima nació el 5 de diciembre de 1913 en Centro Habana.  Desde muy pequeña mostró su amor a la música. Hizo dúos con el hermano y participó en actos y tertulias familiares. Tuvo el privilegio de escuchar las interpretaciones de Rosendo Ruiz porque vivió al frente de su casa. También conoció de cerca a Antonio María Romeu en la etapa en que el Mago de las Teclas tocaba en el Café La Diana.

Amó sobre todo la canción cubana y en ella se especializó. Su repertorio incluyó más de mil temas de destacados compositores, como: Manuel Corona, Adolfo Guzmán, Sindo Garay y Gonzalo Roig, junto a otros de igual renombre.  Esta mujer fue la más fiel e inigualable intérprete de Lecuona, es la soprano cubana con mayor número de obras grabadas y de más extensa labor discográfica.  Junto a “Damisela Encantadora” eternizó una verdadera antología musical que incluye sus interpretaciones de “Noche Azul”, “Lágrimas negras”, “Quiéreme mucho”, “Toda una vida” y otros muchos títulos.

Esther Borja realizó su última presentación como cantante en el Palacio de los Capitanes Generales el 4 de enero de 1984.  El 28 de diciembre de 2013, con 100 años, la gran artista decidió partir para compartir su arte eterno. Cuba la sigue amando y la cultura nacional se enorgullece de su damisela más encantadora.