Chucho Valdés

Chucho Valdés

Era un 9 de octubre del año 1941, Europa ardía en la terrible hoguera de la Segunda Guerra Mundial mientras que en un apacible poblado de La Habana nombrado Quivicán nacía Dionisio de Jesús Valdés Rodríguez, quién años más tarde y hasta el día de hoy sería conocido en todas las latitudes como Chucho Valdés, el genial pianista cubano que inundó de magia la música de la mayor de las Antillas.

Hijo de otro grande de la música cubana, Bebo Valdés, debuta a los 16 años como pianista en la célebre orquesta de su padre, iniciando de esta manera una carrera profesional marcada por el éxito y la genuina dimensión de su legado. En 1963 trabaja en la Orquesta del Teatro Musical de La Habana y crea al mismo tiempo Chucho Valdés y su Combo, con el cantante Amado Borcelá (Guapachá).

Participa en el año 1967 en la fundación de la Orquesta Cubana de Música Moderna que con diferentes directores de alto calibre marca un hito en el quehacer artístico de Cuba. En el año 1970 realiza su primera gira internacional, cuando participa con un quinteto, integrado por Enrique Plá, Paquito D’ Rivera, Orlando López (Cachaíto) y Oscar Valdés, en el Festival de Jazz Jamboree, Polonia, donde obtiene un rotundo triunfo con «Misa negra». En este festival, según la crítica, Chucho ocupó el quinto lugar entre los grandes pianistas de jazz del mundo, los anteriores eran Oscar Peterson, Herbie Hancock, Chick Corea y McCoy Tyner. Comenzaba de esta manera su ascensión al Olimpo de la gran música.

En 1973 funda el grupo Irakere, un desprendimiento de la Orquesta Cubana de Música Moderna, y una escuela para los músicos. El éxito posterior de esta agrupación fue inmenso y fruto de un serio estudio y arduo trabajo para revolucionar la música cubana y sus valores más genuinos y esenciales. La fusión afrocubana la incorporaron primero a la música bailable y después al jazz de forma casi simultánea con dos obras que marcaron pauta: «Misa negra» y «Bacalao con pan». Esta última fue uno de los primeros números bailables, totalmente de pueblo, con un poderoso sonido de los tambores batá. «Misa negra» fue, por su parte, la obra que abrió un punto de partida hacia un nuevo camino de fusión del jazz, las raíces africanas y la cubanía de los ritmos insulares, trabajo que le valió un Grammy, el primero, al mago delante del teclado.

A partir de ese momento decir Chucho Valdés es hablar de lo mejor de la música cubana y mundial, el tiempo se desdobló en un sinfín de países, continentes y escenarios en los que brillo el talento del gran músico cubano, quien atesora múltiples premios Grammys y Grammy Latino. Fue condecorado con la Medalla Félix Varela, y obtuvo en el año 1998 el Premio Nacional de Música.

La obra de Chucho Valdés sigue creciendo, dejando un legado de incalculable valor y esa magia única que parece flotar sobre las teclas de su piano.