Armando Calderón y sus mil voces

Armando Calderón

Cuando hablemos de buen artista en toda la extensión de la palabra, debemos referirnos a Armando Calderón, El Hombre de las mil voces, y de un millón de historias que representaron las delicias dominicales de las generaciones infantiles de las décadas del setenta y ochenta del siglo pasado en Cuba.

Un simpatiquísimo cubano cuyo quehacer resulta difícil enmarcar en el mundo televisivo, pues no sabemos si llamarlo comunicador, locutor, imitador, efectista o sencillamente animador, ya que este multifacético presentaba, y como si fuera poco, amenizaba las comedias silentes, convirtiéndolas en una suerte de espectáculos, sobrevenidos diversión hogareña para la familia cubana.

Esa fecundidad histriónica llamó la atención del investigador habanero Ángel Manuel, quien ha dedicado parte de sus pesquisajes a la vida y obra de este “hacedor de fantasías”, de este “mago de la narración” que cada domingo iniciaba su programa con la cariñosa y ya esperada frase: «Buenos días queridos amiguitos, papaítos y abuelitos».

¿Alguno se dedicó al mundo del arte?

Según fuentes informativas no. El primero de ellos, Armando, falleció muy joven dejando huérfanos a tres hijos, mientras el segundo, Jorge, no tuvo descendencias.

Pero se sabe que fue operador de montacargas en la fábrica de jabones, velas y glicerina, fundada en 1863 por los hermanos de origen español Juan y José Sabatés y que luego del triunfo de la Revolución en 1959 continuó sus labores en el mismo lugar.

En lo relacionado con Armando Calderón y La comedia silente aún no tengo conocimientos si el programa empezó con él y tampoco cómo llegó al espacio dominical.

Lo cierto es que la transmisión marcó un período de disfrute importante en la vida de los infantes de la década del setenta y ochenta con su recurrente saludo dedicado a los amiguitos, con el cual involucraba a padres y abuelos.

Ello denotaba el interés de Calderón y de la política televisiva, por implicar a todas las personas de la casa, en ese show televisivo, sin distinción de edad,

Tú, que además de investigar La comedia silente como producto televisivo, fuiste de la generación que creció bajo el influjo artístico de Calderón y su programa ¿crees que logró involucrar a toda la familia?  

En mi caso particular como espectador lo creo, pero a través del tiempo y de algunas averiguaciones, constaté que este fue un espacio atractivo para todos, por el tema y el modo de asumirlo. 

Armando Calderón fue capaz de transpolar las imágenes del cine silente, (1894 hasta 1929), a una época reciente, poniéndole voz a los personajes, y otorgándoles nombres que resultaban atractivos y risibles, pero siempre respetando a Charles Chaplin.

A los restantes actores le atribuía apodos nacidos de su invención: Lulú, eran todas las jovencitas, estaba Cara de Globo y Soplete, Cara de Palo, Cara de Papa.

Estaban asimismo Barrilito, Barrilete y Barrilote, eran los trillizos; amigo Mermelada, Amigo Mantequilla, y Mata 7, nombres como te dije divertidos, mucho más por la coincidencia que muchas veces podíamos encontrar entre las características físicas y el seudónimo.

Este es uno de los elementos más connotados que describen la imaginación de Calderón, alguien a quien la industria cinematográfica tiene que agradecer, pues se convirtió en Quijote del cine mudo.

Consideras que sin su trabajo muchas personas que están en el rango de los cuarenta años de edad y menos no hubiesen conocido la comedia silente.

Por supuesto, e incluso generaciones anteriores tampoco hubiesen oído hablar de la “era plateada de la pantalla”, si no fuera por la comedia silente. Es posible que conocer sus características y quizás ver algunos de los filmes del periodo, como material didáctico e histórico sí, pero disfrutar las cintas a plenitud cada semana como hicimos muchos cubanos, no.

Recordemos que el espacio narrado por Calderón surgió cuando ya existía el cine sonoro, con imágenes que iban a un ritmo de 24 x segundo, cuando habían desaparecido de la escena cinematográfica, esos actores y actrices, antecesores del cine actual, unos por los años, y otros, como resultado de las nuevas inventivas en el séptimo arte.

Algunas de las personas con quienes he hablado piensan cada una de las puestas como un reto. ¿Así las consideras tú?

Sin dudas, reto y extraordinaria perspicacia. Eran películas del cine mudo, a los que Calderón no solo ponía voz, también los efectos especiales que el mismo realizaba, en su afán de lograr buenas sonoridades.

Era deslumbrante ver que cuando la comedia tenía una escena con una cantante, Calderón ponía la voz como falsete adecuándola a una soprano.

Interpretaba canciones inventadas por él, lloraba como un niño, emitía griticos femeninos, o el alarido de cualquier animal, y reproducía el ruido de la sirena de un fotingo, o el galope de los caballos, con sus manos y utensilios sencillos.

A su fértil imaginación no escapó nada ni nadie que saliera en escena. De esa manera puso nombres también a los restaurantes Fueron muy populares El agua fría, y Vaso de agua, en tanto a los dueños les adjudicaba acento gallego, pues en nuestro país, los nacidos en la península Ibérica fueron reconocidos como grandes comerciantes, dueños de fondas y otras áreas para la degustación de comidas y bebidas.

Le ponía acento gallego a pesar de la nacionalidad de las comedias, en su mayoría norteamericanas.

¿Qué otros actores económicos trataron en la Comedia silente?

Peluqueros, dueños de joyerías, manejadores de bailes y músicos de pacotilla, como solía decir. Pero a estos daba un acento francés por ser los galos personas sobresalientes en esos ejercicios.

A la lavandería donde se desarrollaba parte de la trama la llamó Bola de churre, como recurso, para dar a entender algo muy distinto de su verdadero objetivo, un atisbo bastante contradictorio, literariamente irónico, pero fantástico, por el efecto conseguido.

Hay quienes le atribuyen a este haz de la comedia silente un desliz, dicho ante las cámaras en el fervor de la trama. Este comentario. ¿Es cierto?

En realidad, se asevera, sin embargo, el periodista, crítico literario y promotor cultural, vinculado, desde hace casi cuatro décadas, al periodismo y la promoción, Fernando Rodríguez Sosa, me comentó que la frase literal: “Esto está de p…. queridos amiguitos” nadie puede demostrar que haya sido dicha por Calderón, aunque no es lo más importante en su carrera.

Al hombre de las mil voces debe recordársele como un artista único, irrepetible, que demostró ser un improvisador fascinante con una comicidad para tomar en consideración.

Calderón trajo a nuestros días un cine ya olvidado que expiró, luego de estrenarse en Hollywood, la película comercial sonora El cantante de jazz.

Pero a pesar de su desaparición inexorable, este tipo de cine fue protagonista de una época, en cuyo contexto surgieron diferentes paradigmas de la gran pantalla.

Se distinguen Charles Chaplin, con una amplia gama de filmes como La quimera de oro, por solo citar un ejemplo y el ruso Sergei Eisenstein, quien grabó diferentes largometrajes, entre ellos Octubre Rusia y El acorazado Potemkim.

El hombre de las mil voces y las mil historias sobrepasó las expectativas. Superó las proyecciones con música protagonizadas en vivo por pianistas dentro de las salas, por orquestas en general, así como la presencia de un narrador que describía la historia mediante el uso de la voz en off.

Ninguno se compara con Armando Calderón, quien vinculaba los efectos sonoros con el desarrollo de la trama al dedillo, con un nivel de coordinación extraordinario. Matizaba las voces y era capaz de transitar de un estado anímico a otro diametralmente opuestos, con una rapidez y maestría increíbles.

Varias generaciones de cubanos conocieron, por intermedio de Armando Calderón, a Charles Chaplin, al actor inglés Stan Laurel y al estadounidense Oliver Hardy en el dueto El gordo y el flaco,;así como el ambiente epocal, matizado por largos vestidos, sombreros femeninos y fotingos, como medio de transportación, cuyos cláxones estridentes clamaban todo el tiempo por toda la ciudad.