Alfredo Diez Nieto, iluminado del pentagrama cubano

Alfredo Diez Nieto

La sabiduría se viste de largo cuando es acompañada por la vida extensa e intense a favor de la creación.

No hay otro modo de evocar al maestro en mayúsculas Alfredo Diez Nieto, habanero quien, a solo dos días de cumplir la admirable edad de 103 años, falleció el 25 de octubre de 2018 en la ciudad que supo honrar con su obra.

La investigación profunda, el estudio constante, la renovación en la concepción sonora de sus piezas, el rigor y la dedicación. Asimismo, su aporte a la pedagogía, a la enseñanza y formación de generaciones de músicos, glorifican a tan excepcional ser humano.

Su nombre es el de una de las estrellas que más resplandece en el firmamento del pentagrama criollo, fundamentalmente, por sus méritos en la música sinfónica, a la cual llevó destacadas obras surgidas de la cotidianeidad, pues este hombre maravilloso entendía así sus composiciones.

De ahí que sentir lo que ocurría a su alrededor lo inspiraba y lo traducía en notas, en las cuales mezclaba los cantos negros, los estilos heredados de Europa, pero desde su propia manera de fusionarlos.

A Alfredo Diez Nieto se le compara con Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla, pioneros en llevar a sinfonías los ritmos negros, pero a la distancia en el tiempo y con nuevas vivencias, nuestro contemporáneo empleó técnicas muy diferentes y reflejó emociones existentes hoy.

Premio Nacional de Música, Premio Nacional de Enseñanza Artística, orden Félix Varela, constituyeron reconocimientos que la patria le entregó a quien dio toda su vida por enriquecer la cultura cubana.