Teresita Fernández: La música de todos los niños cubanos

Teresita Fernández

Todos tenemos al menos un recuerdo de infancia que la incluye. Ya sea el «Gatico vinagrito», «Dame la mano y danzaremos» o «Tin, Tin, la lluvia cayó». Y tan profunda es la huella que marcó en la memoria de cubanos y latinoamericanos que muchos de quienes crecieron con sus canciones, no ya sus contemporáneos, no conocen toda su vasta obra que fue mucho más allá de la canción infantil, aunque de ella sea símbolo y baluarte.

Teresita Fernández: villaclareña, cantautora, guitarrista, pedagoga, cubana y martiana, es uno de esos nombres que después de la muerte física, permanecen eternamente en la memoria colectiva.

Sus creaciones reúnen sonoridades de antiguas baladas y del folklore campesino. En el panorama de la canción para niños de Latinoamérica, completó un triángulo de grandes maestros cuyos otros vértices son el mexicano Francisco Gabilondo Soler y la argentina María Elena Walsh.

Su formación fue autodidacta y comenzó a cantar desde los 4 años, en la emisora radial CMHI de su ciudad natal en el programa Hora Martha, que dirigió su madre Amparo García.

Desde que llegó a La Habana, se dedicó a la trova, componiendo y cantando sus propios temas que vieron la luz a partir de la década de los 50. El primer intérprete que asumió en su repertorio una de sus canciones fue Ramón Veloz, conocido exponente de la música campesina en Cuba, quien interpretó “Cubano, mira tus palmas”

En sus Ensayos Voluntarios, el destacado intelectual Guillermo Rodríguez Rivera asegura que Teresita comenzó a hacerse popular en los años 60, habiendo entrado en el escenario musical cubano de la mano de las hermanas Martí en la sala Arlequín, presentación a la que asistieron Sindo Garay e Ignacio Villa, Bola de Nieve, con quien se presentó también en el restaurante Monseugneur.

Teresita condujo los programas radiales Musa Traviesa y De regreso, e inauguró programas de televisión como La Casita de azúcar, en 1960. Seis años después los fundadores de la revista artístico-literaria El caimán barbudo, le rindieron un homenaje en la sala teatro del Museo Nacional de Bellas Artes.

Entre sus logros estuvo también la fundación de La Peña de los Juglares en el Parque Lenin, donde compartió con prestigiosas personalidades de la cultura nacional e internacional. Este espacio, junto al narrador y pedagogo Francisco Garzón Céspedes, constituyó un gran aporte a la narración oral en Cuba.

Con la narración escénica de cuentos, generó otros eventos como La peña del brocal, fundada en 1987 en Camagüey.

Desde 1988 se presentó en escenarios internacionales, entre ellos la Jornada Dariana en Nicaragua y el II Festival Iberoamericano  de Narración Oral y Escénica de Monterrey, México, en el que obtuvo el premio Chamán. En nuestro propio suelo también ha sido reconocida con altas distinciones: Por la Cultura Nacional, la orden Raúl Gómez García, la réplica del Machete de Máximo Gómez y la más importante de todas: la inmortalidad dentro de la historia de la música cubana.

En video: «Lo Feo»