Sones en mi Habana

Ricardo Oropesa

Ricardo Oropesa, productor artístico del Septeto Nacional Ignacio Piñeiro, es un apasionado investigador del arte sonoro cubano. Es autor de los libros La Habana tiene su Son; Las oscuras leyendas de Chano Pozo; Miguelito Valdés. La Voz del tambor, y Yo soy el Chachachá Orquesta América, entre otros.

Ahora nos trae Sones en mi Habana, trabajado y negociado para festejar los 500 años de la ciudad, pero que por cuestiones ajenas a su voluntad no se presentó cuando el medio milenio de la ciudad, sino en noviembre de 2023.

Aparece en soporte digital bajo el sello editorial Cubaliteraria, del Instituto Cubano del Libro, «luego de pasar por varias manos y confrontar dificultades con los editores».

¿Quiénes aparecen en el libro?

Ninón Mondéjar y la Orquesta América; el Septeto Nacional Ignacio Piñeiro; y la historia de cómo surgió “Suavecitoʺ, tema icónico de Piñeiro. Incluye también un proyecto musical nombrado “Chala Cubanaʺ, hecho entre Cuba y Suiza en el cual participé como productor, y síntesis biográficas de otros artistas que, en el momento de la publicación de los artículos, no tenían presencia en los medios. Otros nombres que aparecen en la publicación son: Luis Rodríguez, administrador de la orquesta América, y Moisés Cárdenas Yerro, tocador de güiro.

¿Es el primero de una trilogía agrupada por líneas temáticas?

Así es, con un prólogo firmado por el periodista Fernando Rodríguez Sosa, quien al presentar esta primera parte en la librería Fayad Jamís de La Habana Vieja afirmó: «Si alguien quiere leer el alma de la música cubana debe remitirse a Sones en La Habana».

¿Qué extensión posee?

Tiene 175 páginas, pero sin ilustraciones por ser publicado online, no obstante, mantengo en mi poder un número indeterminado de fotos, que saldrán próximamente en una impresión de papel, ya colegiada.

Conozco que sobre Ignacio Piñeiro tiene hecho un libro que ahora mismo se vende bajo demanda. Cuénteme.

El libro se llama Ignacio Piñeiro. El poeta del Son, y hace varios días se vende en Amazon, como bien dices bajo demanda, lo pides, lo imprimen y lo envían al solicitante.

El volumen descifra por qué Ignacio Piñeiro es el poeta del son, relata sobre sus principales letras, obras, su tránsito desde los coros de clave infantiles a los coros de clave de adultos; así como su participación en los coros de guaguancó por ser el principal transformador de este tipo de música. En el libro también esbozo cómo Piñeiro creó las claves ñáñigas, devenidas en parte importante de la cancionística cubana, interpretadas con frecuencia por María Teresa Vera.

Quienes no tenemos acceso a comparar en Amazon ¿cómo podremos disfrutar del libro?

Como este libro es impreso tengo pensado traer algunos ejemplares a Cuba y donarlos a diferentes instituciones, con la finalidad de integrar sus colecciones y que éstos estén al alcance de los interesados. Dentro de esas entidades están el Museo de la Música y la Biblioteca Nacional José Martí, en un inicio.

Planes bibliográficos para 2024

Acabo de terminar dos libros, uno sobre Fernando Laboy, músico cubano que emigró a los Estados Unidos en el año 80 por el Mariel. Fue un rumbero de la barriada de Juanelo en San Miguel del Padrón, hermano del bongosero de la agrupación Cubanismo. Durante los 13 años que duró su estancia en Estados Unidos, donde lo mataron por causas no esclarecidas, hizo una carrera impactante. Su estreno fue en el Madison Squart Garden de Nueva York, junto a Rubén Blades, Oscar de León, y Willie Colón; ello permitió se convirtiera en un ídolo en países de Latinoamérica. No era salsero, se impuso con el estilo de los conjuntos de sones. Al término de su vida era cantante de la Sonora Matancera. El otro libro que acabo de concluir se titula Abacuá: La huella sonora en la música cubana. Recoge como los abacuá jugaron un papel importante en el enriquecimiento y transformación de la música cubana, desde las contradanzas hasta nuestros días. Aparece información inédita, como que Miguel Faílde, el creador del danzón era abacuá, y que Manuel Corona también pertenecía a esta sexta, que, aunque fue censurada en algún momento, revolucionó la música nuestra.   

Antes de la despedida Ricardo Oropesa dejó bien claro que para él representa un alto orgullo continuar su trabajo de investigación, pues cada una de sus pesquisas, devenidas en libros, es un paso más en el conocimiento de la música cubana y sus mejores exponentes.