Desde muy niño, en la escuelita primaria, recuerdo aquellas letras melódicas que decían: “Martí no debió de morir”.
Hablar de Martí y no hablar de música es como no hablar de nada, parafraseando a Gabriel García Márquez. Martí es el Apóstol, el Héroe Nacional de Cuba y la música es el alma de la cultura cubana, como dijera Guillermo Rodríguez Rivera en un programa de Amaury Pérez.
Todos los que leímos La Edad de Oro, nos encontramos amablemente con la música de la que habló Martí. El capítulo dedicado a “Músicos, poetas y pintores”, no puede dejarse de leer y degustarlo como algo muy especial. En el se acerca a Haydn Haendel, Beethoven, Weber, Mozart:
De todos los niños prodigiosos en el arte de la música, el más célebre es Mozart. No parecía que necesitaba de maestros para aprender. A los cuatro años, cuando aún no sabía escribir, ya componía tonadas; a los seis arreglos un concierto para piano, y a los doce ya no tenía igual como pianista, y compuso las “Finta Semplice”, que fue su primera ópera.
El investigador Salvador Arias escribió que:
Martí ubica a la música en la jerarquía del arte. Baste leer sus palabras sobre la música en las crónicas dedicadas a José White: “Hay una lengua espléndida, que vibra en las cuerdas de la melodía y se habla con los movimientos del corazón: es una promesa de ventura, como una vislumbre de certeza, como prenda de claridad y plenitud. El color tiene límites: la palabra labios: la música, cielo.
Yo creo en la eternidad luminosa, y si por la conciencia de mí mismo no creyera, creería en ella por su belleza prometida, en la tierra inlograble, en la música anunciada e informe; venidera puesto que se anuncia, purísima puesto que en ella olvidamos las miserias, cierta puesto que en ella encuentro realización de estas necesidades de lo vago, esparcimiento ilimitado de mis fuerzas, lenguaje que no necesita labios para hablarse, vida sin hierros como en todos los instantes me la pide este hombre sueño… (Revista Universal de México, 1ro de junio de 1875)
El interés de Martí por la música cubana, máxime si tenía connotaciones revolucionarias, lo llevo hasta escribir la letra de una canción que musicalizó el tabaquero emigrado Benito O´Hallorans: “El proscrito”, cantada por los cubanos de la Florida.
Seguramente por estos días escucharemos canciones dedicadas a José Martí, algunas con sus propios poemas y textos. Los cantantes y músicos conforman un capítulo de diccionario. La lista de canciones relacionadas mostradas en Cuba y en el exterior dedicadas al Héroe Nacional de Cuba es inmensa: Jorge Ankermann, Guillermo Castillo, Sindo Garay, Olga de Blanck, Gisela Hernández, Leo Brouwer, José María Vitier, Carlos Gómez, Mario Daly, Freddy Laborí, Roberto Valera, Electo Silva, Rita del Prado, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Sara González, Amaury Pérez, Mike Porcel, y hasta Polo Montañez:
Martí coraje, Martí valor / a ti Maestro, gran pensador / va mi canción / Martí del monte, Martí del sol / hecho de fuego, sangre y sudor / Revolución / Los niños guardan La Edad de Oro / en el corazón.
Una de las canciones que más se ha difundido en el mundo es la “Guajira guantanamera”, de Joseíto Fernández, con los Versos Sencillos de José Martí. En un rapto de imaginación, los versos los introdujo en la tonada el musicólogo Julián Orbón. Como ya sabemos, en 1962 el estudiante de música, Héctor Angulo, la mostró en el campamento Woodland Camp, Nueva York, donde la escuchó el cantor Peter Seeger.
Posteriormente Seeger la interpretó el 8 de junio de 1963, ante el público del teatro Carnegie Hall de Nueva York; seguramente lo hizo el grupo moderno y juvenil The Ring Brass y The Sandpipers y la canción con versos de Martí se convierte en un boom internacional.
Este es el homenaje a Martí y la música, para no olvidar.