Marcos Madrigal: Habana Clásica, más que un acto de fe

Postal Habana

Por estos días se celebra en la capital cubana Habana Clásica, evento cultural de excelencia que dirige Marcos Madrigal, pianista enamorado siempre de la posibilidad de regresar a La Habana y poner a toda la ciudad en concierto con acordes de diversas partes del mundo.

Unos 50 artistas entre solistas, directores y agrupaciones de música, teatro y danza en representación de Alemania, Canadá, Cuba, Estados Unidos, España, Holanda Italia, Reino Unido, Rusia, Suecia y Suiza, se reúnen en esta fiesta, que coincide con los festejos por el aniversario 503 de la fundación de la ciudad.

Para conocer más sobre Habana Clásica y sus inspiraciones y trascendencia, conversamos con Marcos Madrigal, artífice de este festival que celebra la vida y la música.

¿Cuáles son los presupuestos con que fue concebido Habana Clásica y cómo los ha mantenido hasta llegar a esta cuarta edición, que se celebra del 5 y al 20 de noviembre?

Habana Clásica surgió como un festival de música de cámara, pero desde la segunda edición se convirtió en una especie de plataforma interdisciplinaria. La idea era hacer dialogar las artes y, sobre todo, hacer vivir los procesos creativos en esas dos semanas en que La Habana se llena de músicos de todas partes del mundo para confluir con los músicos cubanos. Esta gran fiesta empezó a unir el teatro, la danza, las artes plásticas, las artes visuales, y a desarrollar planes pedagógicos, o sea, clases magistrales, trabajo social, y se convirtió en algo más que un festival de música o de artes, digamos que es una fiesta, pero que se diferencia de otros festivales por su gran carga de trabajo pedagógico y, sobre todo, de repercusión social, porque tratamos de llevar la música a otras realidades que no son las salas de concierto”.

La cuarta edición de Habana Clásica está dedicada especialmente a Brindis de Salas. ¿Por qué lo escogieron? ¿Cuáles son las acciones que van a permitir acercarnos al célebre violinista cubano?

Brindis de Salas es, en mi opinión, uno de los más importantes intérpretes de la historia de la música en Cuba y uno de los más importantes en el mundo. Siempre he pensado que es una figura a la cual le hemos rendido poco tributo, o no todo el que merece. Se dio la posibilidad de reunir a un número increíble de violinistas, que es muy difícil encontrar en un festival en el mundo –yo todavía no me lo creo–, así que es el momento justo para dedicar el festival a este músico. Me refiero a los violinistas Dmitry Sitkovetsky, una de las leyendas vivas de la historia de la música, y es una posibilidad increíble tenerlo no solo en las salas de concierto, sino también en las clases magistrales, en las calles de nuestra ciudad compartiendo sus historias; Linus Roth, de Alemania; Tijmen Huisingn, holandés; Brusk Zanganem, que nació en Estocolmo, pero tiene raíces kurdas y se ha especializado en la mezcla de la música del este de Europa con el repertorio académico; Lissy Abreu, que regresa a Cuba. Es una fiesta del violín y de la música de cámara, porque también hay muchos músicos invitados, y me parecía el contexto perfecto para rendir tributo a nuestro Brindis de Salas.

Cuando se habla de Brindis de Salas, se conoce su infortunio por Europa y la manera en que murió, sobre todo porque era un intérprete negro. ¿Cómo aborda el festival a esta figura desde esa perspectiva? ¿Qué acciones hará para rendirle tributo?

Comenzamos con un homenaje al compositor después del concierto inaugural, fue una especie de performance teatral donde están sus restos. Con la ayuda de Luis Ernesto Doñas, director de teatro, dos actores de El Público, varios de los intérpretes invitados al festival y un percusionista que trabajó en Buendía, dedicamos a Brindis de Salas un homenaje en el que el público también fue protagonista. Recreamos y rememoramos la obra de Brindis de Salas, la etapa de gloria en Europa y también el final de su vida en Buenos Aires, Argentina. Es una historia muy triste, pero muy romántica del siglo XIX. Un momento muy bonito para dar paso a esta fiesta del violín en Cuba.

El evento nos trae el deleite de volver a disfrutar conciertos de manera presencial después de un tiempo tan difícil provocado por la Covid-19, ¿cómo ha sido organizar un evento de tal magnitud en el escenario que vive hoy el mundo?

Es muy complejo. Para los artistas, han sido años arduos, de una complejidad increíble, y ya es complicado organizar un evento con músicos que tienen una carrera internacional como los que ahora mismo están arribando a La Habana, y que, generalmente, se planifican con dos o tres años de antelación (porque no es fácil encontrar una semana en la agenda en la que no solo estén libres, sino que decidan donar esta semana a La Habana, pues vienen todos a tocar gratuitamente). Además, en Europa, que es el circuito que conozco mejor, los festivales se programan hasta un mes antes, porque todavía no se ha retomado el ritmo que el mundo tenía antes de 2020. Todas esas cuestiones hacen que crear un evento como éste, organizarlo, sea luchar contra molinos, prácticamente. Pueden pasar muchas cosas: que artistas que tienen una gran carrera, que están con menos trabajo, te digan que sí, pero si el trabajo empieza a fluir con el ritmo que tenía antes pueden decir luego lo contrario, aunque habían hecho ya el compromiso. Hay muchísimos detalles de organización que lo hacen difícil en el entorno actual.

Decías que son artistas que vienen a tocar gratuitamente y vienen por una motivación específica, en la cual tienes un gran protagonismo. ¿Cómo haces para convocar, exactamente?

La Habana es un lugar que tiene magia, es muy difícil que quien la conoce no se enamore, y quien nunca la ha visitado no ve la hora de conocerla. También influye lo que ha pasado en las otras ediciones, la forma en que los artistas han intercambiado con el público, con los artistas cubanos. Muchos de los artistas que traemos al festival nunca han tocado juntos, y Habana Clásica les da la plataforma para un nuevo proceso creativo entre ellos. Es una de las características del festival, porque nosotros no preparamos los conciertos antes de llegar, sino que en la semana en que está el festival transcurriendo los músicos se encuentran con los que van a tocar y preparan los conciertos, no solo los que son con las orquestas, sino también los de cámara.

Algunos repiten en la nómina de esta cuarta edición que, como decías, es como un laboratorio para la creación.

Exacto, eso ha propiciado que se cree una familia en La Habana que enamora a todos, porque lo que me sucede habitualmente es que tengo que escoger a quiénes voy a traer. Todos quieren regresar y hay muchos nuevos que después de que han conocido la propuesta tienen curiosidad, porque para un artista clásico el circuito es importante. Tener a músicos como Willen Stam, violonchelista, y Jona Venturi, flautista, en un mismo festival, es raro. Entonces, creo que es La Habana, no soy yo. La Habana tiene una gran culpa en esa magia, esa cosa especial que tenemos aquí. También hay algo humano. Cuando estamos en Habana Clásica entramos en contacto con otras realidades, que no son las mismas que nos encontramos siempre trabajando, hay una retroalimentación hacia el artista, que es muy importante y profunda. No es lo mismo tocar para niños que tienen enfermedades graves o para ancianos que están solos. Yo creo que es importante que nosotros, los músicos clásicos, que vivimos en un circuito que es como una especie de burbuja, salgamos de ella, de los festivales, los conciertos, y entendamos que con la música también podemos hacer bien a otras personas, no solamente al público que viene a una sala de concierto. Estamos muy acostumbrados a la liturgia del concierto, a la fama, y es muy interesante que para muchos de estos importantes artistas es la primera vez que están dentro de un hospital tocando música clásica, y es la primera vez que llevan un instrumento –como este año en que decidimos llevar las trompas– a una sala infantil de un hospital. Yo creo que es importante que estos niños (muchos ni siquiera tienen una esperanza de vida alta) puedan tener experiencias que nosotros le podemos dar y que no estamos habituados a hacerlo. También es singular la forma de interactuar con el público en La Habana, porque hacemos presentaciones en las plazas. Hay muchas características de Habana Clásica que son un poquito diferentes a las de los festivales en los cuales trabajamos los músicos del circuito europeo. Creo que es la unión de la excelencia de los músicos, que encuentran aquí orquestas y solistas increíbles. Hay muchas razones por las cuales un músico clásico se enamora de este festival.

¿Y el público de La Habana es consciente de este estrellato que asiste a Habana Clásica o lo disfruta de una manera más intuitiva?

Hay una gran parte del público cubano que es asiduo y artista también. Hay muchos músicos que vienen a los conciertos, nos escriben todo el tiempo agradeciendo la sorpresa de que estén estos artistas en Cuba. Pero hay mucha gente que viene a un concierto de música clásica, y pienso que es ahí donde ocurre la magia más rica, que simplemente pueden soñar, pueden desconectar de su vida y viajar con un artista (no tiene que tener un nombre), pero que seguramente puede tocar fibras muy interesantes, porque también pienso que un artista que decide parar su carrera y regalar a un público, en cualquier parte del mundo, una o dos semanas de su tiempo, ya es un artista especial. Toda esta sensibilidad cuando se toca un instrumento sale a flor de piel, llega en el canal de comunicación, y pienso que eso es lo que pasa.

Uno de los propósitos de este festival es influir en la educación artística como parte de esos laboratorios de creación, a los que constantemente se invita a estudiantes, a músicos de corta carrera, ¿qué enfatizarías de esta edición con respecto a eso?

Es un gran logro de esta edición estar mucho mejor estructurada. Hemos aprendido en cada uno de los festivales anteriores sobre la organización de las clases magistrales. Por primera vez, en lugar de hacer llegar a los estudiantes al Centro Histórico, hemos decidido llevar a los artistas a la realidad en la que los estudiantes se forman. Vamos a tener a muchos músicos dentro de los conservatorios, dentro del ISA y algunos también en el entorno de La Habana Vieja. Eso nos ayuda a cubrir un margen en la enseñanza artística mucho más amplio, porque tendremos clases magistrales en nivel elemental, en nivel medio, en nivel superior, y tendremos un encuentro con Nicola Sani, uno de los dos compositores en residencia.

¿Qué es un compositor en residencia?

Son compositores a los cuales el festival dedica gran parte de la programación y realizan estrenos o escriben obras para los solistas invitados. Los compositores en residencia este año son Nicola Sani, italiano, director artístico de la Academia Chigiana en Siena, vicedirector artístico de la Scalla de Milán, una persona de una gran influencia intelectual en el mundo musical europeo, y Juan Piñera, un grandísimo compositor cubano, que lleva las riendas del Departamento de Composición del Instituto Superior de Arte. Este año, Nicola Sani, como parte de los procesos pedagógicos estructurados en el festival, impartirá dos cursos. Uno sobre management cultural, porque pienso que debemos aprovechar que esté en La Habana para aprender, pues logró retomar la Academia Chigiana cuando estaba desapareciendo, creó el archivo Scelsie en Roma y el archivo Verdi de Parma. Es una oportunidad única para estudiantes interesados en los estudios de la música, y no solo con los músicos en sí. También ofrecerá un curso de composición musical. Tendremos en el festival clases de violín, piano, violonchelo, trompa y flauta para todos los niveles de enseñanza, y encuentros con intelectuales. Está muy bien estructurado y a los estudiantes les exhorto a seguir las redes y a buscar la información sobre las clases magistrales, porque no solo se aprende tocando. Para algunas clases, los conservatorios están haciendo audiciones o concursos para escoger a quien dar la posibilidad, pero también se aprende muchísimo escuchando las clases magistrales. Yo todavía aprendo muchísimo con cada uno de los intérpretes, e invito a los estudiantes no solo para que vengan a ver tocar a estos grandísimos maestros e intérpretes, sino para escuchar y aprender de estos encuentros.

Nos llama la atención la presencia de diversas manifestaciones artísticas. ¿Cómo confluyen la danza, el teatro, la música en Habana Clásica?

Es algo que me encanta del festival, porque estar en contacto con otras manifestaciones artísticas, viviendo casi todo el año en el mundo musical, es un privilegio para mí. Este año tenemos un espectáculo para celebrar el décimo aniversario de la compañía Malpaso, que he admirado siempre en nuestro entorno de danza contemporánea. Es un espectáculo con música en vivo, con nuestros solistas y con cuatro coreografías, de las cuales dos son estrenos y dos se reponen. Tenemos música de compositores cubanos y coreografías de Ohad Naharin y los coreógrafos habituales o en residencia de la compañía. También hemos tenido la novedad de colaborar con la compañía Teatro de Las Estaciones, que realiza un trabajo de una belleza extrema, en mi opinión, y para el público habanero fue una oportunidad disfrutar de ellos en una función única. Una obra teatral para niños y para toda la familia que partió del concepto de un concierto. Ya es una tradición nuestra inaugurar con el mismo espectáculo o concierto que clausura el Festival de Música Contemporánea de La Habana. En este caso, fue un concierto con música de los compositores en residencia, Juan Piñera y Nicola Sani, de compositores contemporáneos cubanos como Guido López Gavilán, Roberto Valera, Carlos Fariñas, con un elenco de estrellas que solo en Cuba se puede reunir: Niurka González, Guido y Aldo López Gavilán, Lissy Abreu y Emanuele Quaranta, que dirigió las obras de Brindis de Salas y hará un proyecto pedagógico con el Conservatorio Amadeo Roldán. En la clausura, el 20 de noviembre, también tendremos esta hermandad entre festivales con el Mozart Habana. Es muy interesante conceptualmente que inauguremos con un concierto de música contemporánea y cerremos el festival con uno de música clásica, no solo académica, sino del periodo clásico, que será música de Mozart y de un contemporáneo checo.

¿Cómo pueden los interesados en el festival tener información de los conciertos?

Para encontrar el programa, basta teclear Habana Clásica en Google y sale la página oficial, en la que se puede descargar el programa del festival. Nos pueden seguir en las redes, todas se llaman Habana Clásica, o en las del Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas. En Twitter, Instagram y Facebook pueden acceder a cada información sobre los nuevos eventos que vamos a ir celebrando, con poner Habana Clásica encuentran toda la información.

Mencionabas al Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas. Nos gustaría que nos dieras tus consideraciones sobre la labor de esa institución, que está celebrando su décimo aniversario y organiza el Habana Clásica

El Gabinete es el alma de Habana Clásica, funciona con mucha profesionalidad y profundidad. Desde que tuve esta idea, pensé en Miriam Escudero como la persona ideal. La mayor parte de los festivales en el mundo están organizados por productores o promotores. Habana Clásica y el Encuentro de Jóvenes Pianistas están organizados por un equipo de musicólogos, historiadores del arte y promotores, y es muy interesante, y eso también lo encuentran los artistas cuando llegan a trabajar con los especialistas del Gabinete, que es un tipo de diálogo, de camino muy enriquecedor para el artista. Hay mucha buena voluntad en todos los festivales y personas que trabajan para que todo funcione; sin embargo, aquí un especialista del Gabinete puede ayudarte a que el concierto funcione, porque tiene la experiencia, la escucha de balance, o te puede pasar páginas de una obra ya que es pianista y al mismo tiempo puede dar datos musicológicos. Además, con los 10 años de experiencia que tienen, han logrado entender qué significa la gestión de un proceso o de una manifestación artística. Realmente, soy muy afortunado, tuve muchísima suerte de que Miriam acogiera esta propuesta desde la primera edición, ‘mi locura’, como siempre la llamamos, o ‘mi niña’, que es Habana Clásica, y que, de alguna manera, al menos en lo que respecta al festival, yo siento que crecimos juntos, porque increíblemente los integrantes del Gabinete que fundaron el festival son los mismos que hoy organizan la cuarta edición, y es muy lindo ver cómo en cada ocasión aprendemos juntos y descubrimos nuevos errores, pues es muy difícil siempre convocar y organizar un evento de esta magnitud. Es como con las obras de arte: cada vez que uno se acerca a la misma descubre una ventana que nunca había abierto y que siempre hay nuevos abismos donde uno puede caer. Con Habana Clásica nos ha pasado esto. Me encuentro hoy, después de diez años, a un equipo maduro que sabe hacer la gestión de un evento como este con toda esta frescura, esta energía que parece casi adolescente. Desde que nos vimos hace pocos días, cuando llegué a La Habana, hemos estado todos emocionados como la primera vez, porque puedo ver el brillo en cada uno de ellos y eso es algo muy especial. Hay una unión entre humanidad, profesionalidad y experiencia. Es una organización de excelencia en nuestro país.

Si te pidiéramos que recomendaras al público algunos de los conciertos organizados en estos días de noviembre, ¿cuáles seleccionarías?

Escoger conciertos es muy difícil para un director artístico, porque he visto nacer cada una de esas propuestas. Algo que me gusta de Habana Clásica es que los programas no son conciertos de un músico, sino que son conceptos y los artistas que están en la semana participan en todos. Eso también hace que la curaduría musical pueda realmente construir una idea con una fuerza detrás del viaje que quieres regalar al público. Quisiera invitar a que nos acompañen en todo el festival. Hay puntos fijos en el festival, y son las salas de concierto. Si puede venir jueves y sábados, vaya a la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, a las 6:00 p.m. Si es un viernes, vaya a la Ignacio Cervantes. Si es domingo en la tarde, al Oratorio San Felipe Neri. Creo que es una forma muy interesante de acercarse al festival y disfrutar de música excelsa interpretada por músicos increíbles, con mucha alegría y ganas de hacer música y arte juntos”.

Eres un habanero que ha residido en el exterior y formado parte de ese mundo del estrellato de la música clásica internacional durante 20 años, ¿por qué ese acto de fe de regresar a La Habana? ¿Por qué poner a La Habana y a los habaneros en diálogo con estos grandes artistas de la música clásica?

Siento que es un deber. Yo nací en esta ciudad y a ella le debo quién soy. Todo mi equipaje parte de la realidad habanera y pienso que si nosotros, que somos sus representantes, no hacemos algo como esto por ella, nadie lo hará. Más que un acto de fe, es mi deber como habanero. Mi realidad es el entorno clásico internacional, y es increíble poder traerlo a Cuba.

Fuente: Cubadebate

Autor