La música cubana: 60 años antes y después

buenavista

Hace 60 años, en Cuba acontecía el fenómeno de la Revolución cubana que impactó en todo el mundo. El país había heredado de tiempos anteriores una música que tuvo su culminación en la década de 1950, cuando se produce la cristalización del bolero, el mambo, el chachacha, el son; lo que muchos llamaron “la proeza musical del siglo”.

En 1963 el mundo cambiaba, por un lado, el aporte de Cuba en el llamado “amor libre”, en la manera de vestir con pantalones de grandes bolsillos, chamarretas verde olivo, pelo largo. Todo eso pudo haber influido en las nuevas juventudes del mundo. Entonces aparecía lo que tenía que aparecer: el origen de la conocida música pop, como un concepto musical transparente, sencillo; una música para tocar, cantar y bailar los jóvenes.

No era una música inventada por la industria del capitalismo, fue el fruto de campistas que iban de excursión y querían ellos mismos hacer su propia música, por el aquello de que es mejor cantar sus propias canciones que hacer las canciones de otros. Es así como nace el pop, que se aprovecha de la electrónica (tercena etapa de la música). La primera fue la vocea, la segunda la instrumental y esta tercera la etapa de la electricidad, de la ciencia y la técnica.

En Cuba seguía la vida, se mantenía la música; pero, poco a poco el cambio se hacia sentir. En esa década de 1960 aparecen una serie enorme de ritmos o modos (variantes musicales): Mozambique, pilón, pa´cá, dengue y una larga lista de esas nuevas variantes musicales.

El feeling toma un nuevo aire en espacios como El Gato Tuerto y el bar del hotel Saint John. En alguna medida, se mantiene una euforia de la diversión habanera.

Por otra parte, se presentan momentos difíciles para Cuba: invasiones, guerras, amenazas nucleares. Todo ello, después de 1968 deprimió la vida de centros nocturnos de la ciudad.

A su vez aparece un tipo de canción social y política: La nueva trova de la cual Leo Brouwer asegura que llevó la canción a la cúspide; especialmente con dos colosos de la composición; Silvio Rodríguez y Pablo Milanés.

De esta década de 1960 constantemente se hacen publicaciones y hasta libros; pero, ninguno abarca toda la gama de matices culturales de esos tiempos. Hay muchos huecos negros en esa etapa.

Después de esa década de 1960, las crisis económicas, el bloqueo permanente, todo ello fue afectando la vida alegre de Cuba; pero afortunadamente, de manera asombrosa, con el paso del tiempo, la música cubana reaparece como el Ave Fénix, en la década de 1990 (llamado “Periodo Especial”), el turismo florece y, se crea un boom que, al inicio, llamaron  boom de la salsa: Música fundida en el son, la guaracha, el mambo y la rumba, Una potente música que genero una proliferación de bandas que lograron buenas remuneraciones e instrumentos musicales en sus vistas al exterior.

A la vanguardia de esa música estaban: Juan Formell, Elio Revé, Chucho Valdés, Adalberto Álvarez, Juan Carlos Alfonso, David Calzado y el genio sublime de José Luis Cortés, quien consolida un nuevo ritmo llamado timba (fusión de son, guaracha, mambo y rumba)

Esa música, en medio de una crisis económica, sacudió a medio mundo en las giras de nuestras bandas a los Estados Unidos, América Latina y Europa. En España se crean Palacios de la Salsa, y hasta en China se hacen festivales de salsa y se baila el casino a lo cubano.

El fenómeno del Buena Vista Social Club le puso la tapa al pomo con un genio de la producción musical llamado Juan de Marcos González, a quien habrá que hacerle algún día una estatua. La música cubana toma el poder, sin industria musical estadounidense por el medio y nuevamente pone a Cuba en el mapa musical del mundo, llegando, incluso, hasta la llamada “Tierra Santa” y las murallas de China.

Aquí está la música cubana, para disfrutar en todo su esplendor: