Juan Almeida, el novio de Euterpe

Juan Almeida

Ya me voy de tu tierra,
mexicana bonita,
Bondadosa y gentil.
Y lo hago emocionado
Como si en ella quedara
Un pedazo de mí.
Ya me voy linda Lupe
Y me llevo contigo
Un rayito de luz
Que me dieron tus ojos
Virgen guadalupana
La tarde en que te ví.

La Lupe, sublime  homenaje a la mujer mexicana y canto de lucha revolucionaria marcó el inicio de la profusa carrera del  compositor  y comandante  cubano Juan Almeida Bosque, quien  desde 1956 escribió más de 300 canciones de casi todos los géneros.

Cuentan que en la Sierra Maestra iba al combate con papelitos en los bolsillos donde  apuntaba ideas musicales y estrofas  que  entre batallas  tomaban forma. 

En aquellos años de guerra el joven Almeida, soñador y romántico, compuso baladas de amor colmadas de ternura y lirismo.  Euterpe, la musa, encantada con el mulato bien portado bendijo su pluma con temas que aún nos hacen suspirar: “Un beso de recuerdo”, “Fue anoche”, “Marinero quiero ser”, “Es soledad”.

A partir de 1970 la música de Juan Almeida comienza la asimilación y reinterpretación de otros estilos, redefinidos  con elementos genéricos de la música cubana, sin perder su apego a la cancionística. Nacen “Balseros del Toa”, “Déjame mirarte”, “A Santiago” y “Este camino largo”.

En la década de 80 se revela el sonero y cronista de la vida de su pueblo que hace canciones de historias cotidianas, contaba el mismo que el célebre tema “Dame un traguito”,se le ocurrió un día que llegó a  la cervecera que había por el Túnel de La Habana, donde un joven pasado de copas pedía al cantinero   “Dame un traguito…  que esa es la musiquita que me gusta”. Y cerveza en mano fue a enamorar a una muchacha que bailaba allí. Así surgieron “Déjala que baile sola”, “Si tú eres” y “Qué le pasa a esa mujer”.

Además de sus responsabilidades políticas, militares, sociales y su consagración indiscutible a la Revolución, Almeida encontró el espacio para  ejercer la creación artística. Dejó a la historia de la música cubana obras de alta calidad y  belleza. De su permanencia en el tiempo y la diversidad de sus letras “La Lupe” y “Dame un traguito” son ejemplos irrefutables. Las postreras generaciones recordarán la leyenda del guerrillero que hizo tan buena música insertado en su cultura.