El Niño Rivera creó otro estilo de exótica sonoridad

El Niño Rivera

Por: Ricardo Alonso Venereo

La primera vez que me acerqué a la figura del tresero Andrés Echevarría Callava, conocido como Niño Rivera, fue cuando entrevisté a Pancho Amat, Premio Nacional de Música, quien me aseguró que le debía a este extraordinario artista haber aprendido de verdad a tocar ese instrumento.

Considerado también como «el padre de la armonía en el tres», Rivera vino al mundo el 18 de abril de 1919, en Pinar del Río, por lo que hizo este año 2019 cien años de su nacimiento.

La vida y la obra del compositor de temas como ʺEl Jamaiquinoʺ (su pieza más conocida), ʺCarnaval del amorʺ, ʺMonte adentroʺ y ʺTú y mi músicaʺ, tienen huellas en la historia de la música cubana.

Cuentan que de niño alguien de la familia lo vio «enredado» con el tres de su tío Nicomedes y ya enterado de ello, el adulto lo sorprendió luego escondido «dándole uña al tres». Comenzaba así la historia de este «niño prodigio», que a la edad de nueve años integró el sexteto Boloña, en La Habana, y a los 12 comenzó a dirigir el septeto Caridad, del tío Nicomedes, donde se iniciara como tresero.

Del Niño Rivera ha dicho el propio Pancho Amat: «Con solo tres sonidos logró dar la imagen armónica ofrecida… a base de talento y esfuerzo. Fue por las notas extrañas al acorde, bordeando, tejiendo en la periferia y nunca por la tríada central, como sería normal. Creó otro estilo de exótica sonoridad».

La obra de Rivera abarcó géneros como el son, la guaracha, el mambo, el bolero y la canción. Realizó orquestaciones en México para Mario Ruiz Armengo, José Sabré Marroquín y Luis García Esquivel, entre otros, y para las disqueras RCA Víctor, Musart, Columbia, Peerles, Decca, Margo y Seeco. En Cuba, las hizo para las orquestas de Ernesto Duarte, Arcaño y sus Maravillas, Riverside, Hermanos Castro y el Conjunto Casino. Cuando murió a la edad de 76 años, el 27 de enero de 1996, dirigía su propia agrupación.

Este gran músico, al que el investigador Leonardo Acosta etiquetó como «el gran olvidado de la música cubana», se le debería tener más presente, por sus aportes indiscutibles a la música cubana.

NOTA EDITORIAL

Este artículo apareció publicado en Granma, el 2 de septiembre de 2019.