El llamado más tierno a cuidar del mundo

Teresita Fernández.

¿Qué niño cubano no conoce al gatico Vinagrito?  Dicen que el célebre minino no existió solo en el imaginario colectivo que forjó la canción infantil de Teresita Fernández.

El gatico de algodón realmente vivió y superó muchas dificultades en sus siete vidas. Sobrevivió a la toma de Santa Clara en el 59, a un ataque feroz de otro gato poco después y a la rotura de su columna vertebral en un accidente.

Pero no es Vinagrito el tema principal de nuestra crónica, sino la señora sensible y tierna que, conmovida por sus desventuras, le dedicó una canción, que, además de ser una joya del pentagrama infantil cubano, es símbolo de amor y preservación de la naturaleza.

Le dedicamos hoy este artículo que honra la vocación protectora medioambiental de una de las más grandes trovadoras cubanas de todos los tiempos, quien nació en Santa Clara, el 20 de diciembre de 1930.

La cantora mayor debutó en la radio de su ciudad natal con solo 4 añitos, en su precoz carrera le cantó al rio, al sol, a la lluvia, al perrito Yuyú,  a Vicaria la lechucita y al zunzuncito…

No le faltaron letras encumbradas sobre  temas y personalidades elevados como Martí, el folclor campesino, la paz, problemáticas políticas y sociales; pero mi mente caprichosa y un poco infantil recuerda con mayor emoción al feo y flaco gatico a quien tanto cuidó.

Colmada de distinciones, nunca tan valoradas por ella como el amor de los niños, falleció  el 11 de noviembre de 2013, dejando tras su partida el llamado más tierno a cuidar del mundo y de todas sus criaturas.