Cubadisco: No todos los caminos son para todos los caminantes

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En La Habana se está celebrando, desde el sábado 6 y hasta el 14 de mayo, la 26 edición de la Feria Internacional Cubadisco: Isla que suena. Se distinguirá por una amplia representación de artistas foráneos que defienden la diversidad cultural a través de discos, conciertos audiovisuales, sencillos, documentales y making off.

Fueron nominadas 32 obras de 124; destacan en la cifra: música popular bailable, jazz, instrumental y concierto audiovisual en estudio.

Cuba, desde los inicios del disco, fue una potencia musical en las grabaciones. El especialista del disco, Cristóbal Díaz Ayala, escribe que: «Cuba, como país productor de música, músicos e intérpretes, tuvo acceso inmediato y bastante amplio a la industria reproductora del sonido, en comparación con otros países latinoamericanos».

Es conocido que ese acceso fue mayor cuando en 1925 el disco dejó de grabarse acústicamente (o sea, por medio de la vibración pura, directa) y empezó a grabarse y reproducirse mediante la electricidad. Por aquella época las grabaciones se hacían en Estados Unidos, para lo cual los artistas de toda América viajaban principalmente a la ciudad de Nueva York. Era muy grande el flujo de música cubana que llegaba para ser grabada y que después circulaba por toda Latinoamérica, especialmente la cuenca caribeña.

Las disqueras estadounidenses: RCA, Columbia, Decca, Brunswick, y la Gramophone Company, tenían a Cuba como la zona de más interés en las grabaciones.

No era solamente el privilegio geográfico, también decidía mucho la cantidad de ritmos triunfadores: congas, rumbas, danzones, criollas, boleros, guarachas, mambos, cha cha chá.

Un ensayista premiado en ese apartado en la Casa de las Américas en 1998, de Puerto Rico, Ángel Quintero Rivera, en su libro ¡Salsa, sabor y control!, escribe y reconoce que: «A comienzos de la segunda década del siglo XX, mientras el catálogo latinoamericano de la compañía Víctor incluía 25 grabaciones puertorriqueñas y no aparecía ninguna dominicana aún, se incluían unas 300 de Cuba».

Después de los cambios sociales de 1959 en Cuba, la industria musical capitalista cerró las puertas a Cuba y, mucha de la nueva música cubana no se difundió convenientemente.

Mucha de nuestras músicas en grabaciones quedó en manos de firmas extranjeras. El bloqueo fue limitando las grabaciones musicales en Cuba.

En la década de 1990, con el advenimiento del boom de la llamada salsa cubana, muchas disqueras foráneas se fueron situando en Cuba: Art Color, Magic music, Caribe Productions.

Con las nuevas posibilidades de grabaciones hasta caseras, casi todos los cantantes y músicos graban su música. También exigen a las disqueras cubanas actuales que le graben sus proyectos.

¿Es posible grabar a todos los interesados en la música en Cuba?, ¿Hay condiciones económicas para que todos graben su música y la pueden difundir a todo el mundo?, ¿Está grabado lo mejor de la música cubana?

Esta pregunta se la hace el propio Cristóbal Díaz Ayala: «Cabe preguntarse si hay áreas importantes de la música cubana que nunca se han grabado, en ninguna forma, u otras de las que sólo hay grabaciones no comerciales. En cuanto a la primera pregunta: ciertamente que siempre hay áreas en que pudiera desearse la existencia de grabaciones. Sobre esto surge otra pregunta: ¿Por qué no grabó la orquesta de Miguel Faílde, el creador del danzón, que estuvo activa hasta la primera década del siglo?».

Otro gran ausente de las grabaciones comerciales según Ayala. es el cantante Pablo Quevedo (1908-1936), cuya voz compartió la preferencia del público con la de Fernando Collazo a fines de los años 20 y principios de los 30. Mientras que de Collazo hay una muestra bastante representativa, de Pablito no hay nada.

Por otra parte, se dice que mucha de la más calificada música, de los más sonados conciertos, nunca llegó a grabarse, tanto en el jazz, como en el rock, el pop y la salsa.

Eso ha sucedido porque no ha habido un pensamiento musical inteligente para delimitar lo que debe grabarse o debe protegerse.

Hay una cosa cierta: «No todos los caminos son para todos los caminantes» (palabras del titán de la cultura europea, Goethe). Todos creen que su música es la mejor o la que no se debe olvidar.

¿Cuántas miles de grabaciones hay archivadas en disqueras, bibliotecas y archivos que dormirán toda la vida el sueño eterno? Grabar un disco es algo costoso y para hacerse debe irse lo más seguro posible, con la certeza de que ese dinero no se va a malgastar; sabiéndose que hay tanta demanda económica para grandes proyectos de la diversión de un pueblo.

Malgastar el dinero en discos que no se venderán, ni son obras de maestros geniales que dejan una huella sobre la tierra, es una soberana herejía. Los invito a reflexionar, como decía un conocido periodista del Noticiero de la Televisión Cubana.