Una Isla que Baila de Nueva York a La Habana

Isla que Baila

Por: Elizabeth Borrego Rodríguez (corresponsal jefa de Prensa Latina en Naciones Unidas)

El reciente estreno del espectáculo Dancing Island (La Isla que Baila) de la compañía Malpaso en Nueva York, abre las puertas a una fusión única de danza y música cubanas con la complicidad, además, del saxofonista estadounidense Ted Nash.

La pieza, surgida con el pretexto de explorar la génesis y evolución de los bailes sociales cubanos, recorre desde la rumba hasta la salsa, ritmos, movimientos y cultura de la nación caribeña con la participación en vivo de Nash y el pianista cubano Alejandro Falcón.

Estrenada en el afamado teatro Joyce, de Nueva York, esta pieza del coreógrafo Osnel Delgado, demandó un arduo trabajo de meses con el reto de crearse en dos países a la vez: Cuba y Estados Unidos.

En entrevista con Prensa Latina, el director de Malpaso, Fernando Sáez, aseguró que Dancing Island permite revisitar una tradición tan rica desde el lenguaje de la danza contemporánea y acercarse de una manera celebradora a esta tradición.

La colaboración tiene como antecedente la relación artística entre Nash y Falcón en el pasado Festival Jazz Plaza 2023, en La Habana, vinculados, además, por trabajos anteriores con el también jazzista Arturo O’Farril.

El resultado sobre las tablas recorrerá escenarios de varias ciudades de Estados Unidos antes de presentarse en la inauguración de la próxima edición de la cita musical con el formato completo en el teatro Martí de La Habana.

TED NASH, UN ʺIMPOSTORʺ EN LA MÚSICA CUBANA

Para el premiado saxofonista estadounidense, Ted Nash, la música cubana resulta extremadamente cadenciosa, «con mucha alma y espíritu de diferentes ritmos».

Galardonado con dos premios Grammy e integrante de la orquesta Jazz at Lincoln Center, el también arreglista se considera un ʺimpostorʺ dentro de la música cubana por su cercanía a esta.

«Hay tantas cosas que la música afrocubana y americana comparten, como el ritmo y la armonía. Aunque tal vez sea algo que esté en mi naturaleza, la amo muchísimo y cada vez que toco siento que la entiendo un poco más», confesó en declaraciones exclusivas a esta agencia.

A su juicio, la verdadera diferencia y peculiaridad de los sonidos de la isla caribeña están en los acordes y sus características rítmicas. «En la música cubana el ritmo es el centro, lo que hace que sea mágica. Tienes que sentirla; no es tanto algo intelectual, sino sensorial», agregó.

Nash viajará a Cuba en enero para acompañar a Alejandro Falcón y a Malpaso durante la inauguración del Festival Internacional Jazz Plaza, cita que reúne los más importantes nombres del género a nivel mundial y sirve de plataforma de lanzamiento a los nuevos talentos de la Isla.

El programa en el Joyce sirvió de antesala a esta otra presentación en La Habana que espero con ansias, dijo.

MÚSICA COMO PUENTE

El estreno de Dancing Island en Nueva York consolidó aún más la estrecha relación entre sus creadores, así como el vínculo entre Malpaso con el teatro Joyce.

Tras siete temporadas anteriores en la ciudad, la de este 2023 es la más compleja y, aun cuando siempre es un misterio el destino de una pieza joven, le auguramos una larga vida, remarcó el propio director de la compañía.

La complicidad entre todos surgió en enero último cuando Ted Nash viajó a La Habana y conoció a Falcón, quien a su vez fue recomendado por Arturo O’Farril, y comenzaron a desarrollar talleres de creación con jóvenes estudiantes de música y composición, recordó Sáez.

La colaboración desembocó en un concierto en el edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes, donde los bailarines de Malpaso formaron parte improvisando, algo muy retador, agregó.

Ese fue el punto de partida: de un lado la música que se creó y, de otro, el espíritu de colaboración que nos llevó a este nivel, insistió. En tanto, para el pianista y compositor cubano Alejandro Falcón, Dancing Island representó una pieza bastante retadora y compleja. No solo por el nivel artístico que ya es suficiente, también por cómo comunicarse, enviar música de un lado a otro, cómo ensayar por separado y luego ensamblar casi en el estreno, comentó.

«Escribir para grandes formatos es maravilloso; para el músico es una actividad que te completa muchísimo. Luego, escribir para danza tiene otros cánones», agregó el también arreglista, considerado uno de los principales representantes de su generación.

Para la pieza, Falcón concibió la música, hizo arreglos al tiempo que interpreta en vivo. «A la vez tengo que hacer la conducción del espectáculo y estoy tocando el piano como solista en otras tres piezas, entonces el trabajo se hace más grande», añadió.

El espectáculo es una gran obra que consta de tres movimientos en los que la música recorre varios de los géneros más importantes de la cultura cubana.

No podemos olvidar que Cuba es un país de danza y música, apuntó; «nuestra cultura, tanto hispánica como africana de disímiles lugares, recoge importantes muestras de ambas manifestaciones».

Fuente: Prensa Latina