Muchas veces hablamos de los directores de orquestas de la salsa o la música bailable y olvidamos a sus integrantes, especialmente sus cantantes, que tanto hacen por el éxito de las orquestas. Hoy dedico un capítulo especial a una de las grandes figuras de Los Van Van, la orquesta más famosa de la salsa mundial.
Siempre que me encuentro con Robertón en los conciertos de Los Van Van, acudo a saludarlo; aunque aparentemente parece muy fiero, es uno de los más nobles, afectuosos y atentos de los integrantes de Los Van Van y de otras agrupaciones. En mi libro Juan Formell y Los Van Van: La leyenda, Robertón ocupa un lugar especial.
De esos dos libros de Los Van Van y de mis conversaciones con el cantante, propongo ahora esta conversación con Robertón, cuando la orquesta se acerca a su aniversario 55 y el cumpleaños 82 de Juan Formell, el pasado 2 de agosto.
Roberto Hernández Acea ¿quién te bautizó como Robertón?
Fue Juan Formell que me vio grande de tamaño y dijo: “Bueno, este es Robertón”.
¿Cómo penetras en la música?
Nací para la música y con bastante suerte creo yo. Desde jovencito estaba en el mundo del baile de casino, de las orquestas bailables, estaba en todas. Entonces, me veía bien en el estudio de la percusión, me gustaban los tambores y todo eso. Llego a estudiar en la Escuela Guillermo Tomás, me enseñó el maestro Valcárcel.
¿Tuviste una experiencia en el Servicio Militar?
Sí, estuve en la Banda de Música del Estado Mayor, allí compartí con muchos músicos, esa fue otra escuela, siempre se aprende de todo.
¿En esa etapa militar tuviste algún apoyo decisivo?
Yo estaba propuesto para una unidad de combate, pude conversar con un percusionista pedagogo de gran oficio llamado Eduardo Córdova y le dije que quería integrarme a la banda de música y, entonces él me dijo: “Que los seleccionados para la banda debían ser graduados de música, pero que, si yo tenía interés, dijera que yo era músico y en el tiempo de la previa que era 21 días Córdova me enseñaba a leer música y con esa preparación podía entran en la banda. Y así fue, en los días de la previa me dio clases con un método creado por mi para aprender a leer rápido. Éxito total. Cuando terminamos la previa se le hizo prueba a todos los que iban a la banda y paso la prueba sin problema. Ya a partir de ahí si me desarrollo en diferentes instrumentos de percusión con mucha habilidad, me fui superando. Córdova ahora es el director de Havana Compás Dance, un gran maestro muy triunfador.
¿Qué pasó al terminar el Servicio Militar?
Tuve que trabajar, había que buscar la “sanacaburia” (la comida para mi hogar) y lo primero es lo primero. En 1987-1988, me reclutan para la banda de Pachito Alonso y sus Kini Kini, donde me bautizaron con el nombre de “Guayacán” ¡Ataca Guayacán!
¿Cómo llegas a Los Van Van?
Juan Formell, siempre a la caza de voces que se ajustaran a Los Van Van, me hace una visita al hotel Comodoro en el litoral de la ciudad. Ese día, en la piscina, tocaba Adalberto y su Son y Juanito me vio, entonces le dijo a su hijo Samuel: Ese es el hombre. Ya el maestro me venía tirando el ojo, me felicitaba, pero nada más. Pero, cuando Angelito Bonne causa baja en la orquesta, a los pocos días me envió a su hijo Samuel que habló conmigo y, ¡ahí empezó la fiesta! La fecha fue exactamente el 19 de septiembre de 1995, la timba estaba caliente, el gran momento con Manolín, Isaac, Paulo FG, Charanga Habanera, NG La Banda, Revé, Dan Den, la tremenda.
¿Sobre ti, Juan Formell me comentó para el libro: “Conoce la rítmica, Tiene buen sentido de la clave, la lleva por dentro y sabe inspirar. Además, colabora mucho en la percusión, es muy útil, hasta puede echar mano al bajo. Su voz es grave y hace falta como un barítono natural. Baja bien a los graves en los coros y en los tonos agudos tiene mucha fuerza. Además, es carismático y cae bien. Es un vanvanero típico”.
Con esas palabras de Formell, me he batido en la mejor orquesta de salsa del mundo. En realidad, Formell era un visionario, para las exigencias de Los Van Van, en aquella avalancha de timba de fin de siglo impuesta por NG La Banda, había que poner candela en los tambores. Las voces debían serpotentes y algo agresivas. Yo fui el que grabó “La cabeza mala”, que encabezó el Premio Grammy americano en el disco Llegó Van Van, en 1999. También puse la voz líder en el tema “Ven,ven, ven”. La pista había que ponerla caliente y, entre Mayito, Pedrito Calvo y yo, levantamos presión en esa etapa tan fuerte de la música bailable en Cuba y en el mundo.
¿Qué canciones cantaste al inicio?
“Me basta con pensar”, “Deja la ira”, “Camina pa´que te conozcan”. En los discos Chapeando y Arrasando tuve mucha participación.
¿Qué aprendiste con Formell?
Formell era una escuela: Además del canto en las grabaciones, me enseñó a proyectarme en el escenario y a manejar la canción para que se pegara y llegara al bailador. Me enseñó muchas cosas útiles para la vida. Formell fue toda una escuela y un misionero para la música cubana de la mitad del siglo XX.
¿Hablemos de tu vida y tu ciudad?
Soy viboreño, siento cariño por la avenida 10 de octubre, donde de chico montaba patines, comíamos croquetas (explosivas) y teníamos amores de juventud.
¿Admiras a muchos músicos y cantantes?
Mi generación fue rica en músicos y voces: Admiro a Juan Formell, Pablo Milanés, Maikel Blanco. Al músico Dagoberto González, con quien espero terminar un disco en planes.
¿Sé que amas la ciudad donde naciste?
Me encanta el Morro, las fortalezas, la Catedral por su historia y arquitectura, así como el Malecón, lugar de encuentros y nostalgias. Seguramente un día todo florezca y sea la maravillosa ciudad de siempre. Lo máximo en América.
En la foto, Robertón (primero a la izquierda) entre sus compañeros cantantes de Los Van Van.