Pérez Prado, un prodigio musical de los 50

Pérez Prado

«Cuando el serio y bien vestido compositor cubano, Pérez Prado, descubrió la manera de ensartar todos los ruidos urbanos en un vilo de saxofón, se dio un golpe de estado contra la soberanía de todos los ritmos conocidos…». Surgió así la era del mambo, según el decir de Gabriel García Márquez.

Sería injusto dar todo el crédito al pianista y compositor matancero, la verdad es que este ritmo sincopado surgió en el año 1938 en Cuba, del ingenio de los hermanos Orestes e Israel López (Cachao)miembros de la Charanga de Arcaño y sus Maravillas, pero quien estructuró realmente el nuevo género bailable caribeño y lo lanzó a la fama fue Pérez Prado.

Esta gloria de la música cubana, quien lleva el merecido título del Rey del mambo, nació el 11 de diciembre de 1916 en Matanzas, Cuba y murió en Ciudad México el 14 de septiembre 1989.

Estudió piano en su ciudad natal, y en 1940 se trasladó a La Habana. Fue pianista y arreglista de las mejores orquestas del momento, entre ellas el jazz band Casino de la Playa.En 1946 viajó a México, donde desató la arrolladora fiebre del mambo. Sus primeras piezas recogidas en disco fueron ʺJoséʺ y ʺMacaméʺ, que eran números lentos, luego grabó ʺMambo No.5ʺ, ʺMambo No. 8ʺ, ʺQue rico el mamboʺ, ʺEl ruleteroʺ, ʺLa chula lindaʺ, y ʺCaballo negroʺ…

Nunca se repetía, innovaba con cada nuevo tema; en “Que rico el mambo”, usando la orquesta tipo jazz band, hizo una reestructuración distinta del nuevo ritmo en las sonoridades de trompetas y saxos, con percusión cubana y un desarrollo melódico sobre la base de esquemas percusivos en secuencias.

En el año 1951 se instituyó en México el Disco de Oro, y se otorgó por primera vez a la Orquesta Dámaso Pérez Prado, que brilló junto al estrellato mexicano, entre ellos Pedro Infante. Conquistó la industria cinematográfica. Fue tan arrollador el triunfo del mambo, que en 1955 la Asociación de Críticos Norteamericanos declaró a la orquesta de Pérez Prado la más popular del año y la RCA Víctor le otorgó el Disco de Oro por “Cerezo Rosa”, llevada al cine.

El mulato extravagante, amén de la fama, siguió siendo un hombre de pueblo, hizo mambos para todo el mundo y en especial para sus amigos más humildes: el ruletero, el papelero; las mujeres bonitas; también para universitarios y politécnicos. Era la época de las guayaberas y los zapatos de dos tonos, pero él usaba ropa estrafalaria, sacos largos y zapatos con plataforma para disimular su baja estatura. Famosos fueron su bigote de chivera y el “bisoñé” que usaba en los últimos años.

En su cabeza, como en una licuadora, vertía jazz, son, guaguancó, danzón; de ahí surgieron otros géneros como la chunga, el suby, el taconzazo y el dengue, famosos en los 60 del siglo pasado.

A tal punto perdura la obra de Pérez Prado que Lou Bega, un joven cantante radicado en Alemania, triunfó en el país de Beethoven y Bach con “Mambo No. 5”.