Miguelito Valdés, ícono de la música cubana

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Devenido acucioso investigador musical, el hoy doctor en Ciencias Pedagógicas, Ricardo Roberto Oropesa Fernández, acaba de dar a conocer el libro Miguelito Valdés, Mr. Babalú: la voz del tambor, bajo el sello Ediciones Cubanas, de Artex. Un interesante volumen que llega, precisamente, como homenaje a este importante cantante, compositor y percusionista cubano, cuyo aniversario 110 de nacimiento se cumple este 6 de septiembre.

Según Oropesa, el hecho de ser reconocido internacionalmente como pionero de la salsa en Nueva York, junto a Arsenio Rodríguez y Chano Pozo, hace de Miguelito Valdés –cuyo verdadero nombre es Miguel Ángel Eugenio Lázaro Zacarías Izquierdo Valdés y Hernández– una leyenda de la música cubana. El valor principal de esta obra es que el autor aporta nuevos datos que desmitifican todo lo relatado alrededor de este artista que, prácticamente, hizo su carrera fuera del país, y siempre dijo con orgullo: «Soy y seré cubano».

Sobre el artista afirma el autor:

Guiado por la estrella de la humildad y el éxito, la trayectoria de este ícono de la música cubana, nacido en La Habana, ha pasado a la historia musical cubana como uno de los mejores intérpretes de nuestros ritmos populares de todos los tiempos. Tan olvidado (en Cuba) como venerado en diversas latitudes, fue y sigue siendo un singular músico cubano.

Conocido también como El Rey de la Rumba, no menos cierto que por el apodo que es más conocido el músico es por el de Míster Babalú, el cual le puso en 1946, Harry S. Truman, el trigésimo tercer presidente de Estados Unidos. La canción ʺBabalúʺ, de Bob Rusell y Margarita Lecuona, que interpretó Miguelito, era la preferida del mandatario.

Entre las opiniones más que autorizadas que recoge el libro está la del también investigador y musicógrafo Cristóbal Díaz Ayala, quien asegura que, como creador:

Inició toda una nueva escuela de interpretación de lo afrocubano: no existe ni Cascarita, ni Benny Moré, ni Ismael Rivera, ni toda la constelación salsera, sin el antecedente de Miguelito. Es él quien convierte las inspiraciones del montuno en un amplísimo campo de experimentación, de creación, de goce lúdico.

Miguelito, quien hizo de la conga cubana una de sus más fuertes expresiones escénicas, por 40 años mantuvo una fructífera carrera en la que grabó con diferentes orquestas y las propias, en los que incluyó temas de su autoría como ʺDolor cobardeʺ, ʺMi comparsaʺ, ʺOh, mi tambóʺ y temas de otros autores. Es el caso de ʺBruca Maniguáʺ, de Arsenio Rodríguez; ʺBlen, blenʺ, de Chano Pozo; ʺTúʺ, bolero de Eduardo Sánchez de Fuentes; ʺSuavecitoʺ, de Ignacio Piñeiro, o ʺLa conga negraʺ, de Margarita Lecuona.

Clara deja el autor su intención al investigar sobre este referente de la música cubana: que se estudie y se divulgue más a este artista del pueblo, cuyas contribuciones mucho la enriquecen.

Tomado de Granma