Miguel Ojeda Díaz

Miguel-Ojeda

Miguel Ojeda Díaz (Cárdenas, Matanzas, 29 de septiembre de 1921—La Habana, 10 de enero de 2010), fue un gran laudista y uno de los intérpretes de tradición hispánica más significativo del folclor campesino en Cuba.

Su primer laúd lo obtuvo en 1935 de manos de su padre, el cual aún se conserva en el Museo Histórico de Cárdenas y con él organizó en 1938 su primera agrupación que amenizó bailes campesinos en toda la región.

Desde la década del 50 del siglo XX, con el surgimiento de la televisión, fue artista exclusivo en los programas más estelares de ese medio y a su vez, actuó en la radio, el teatro y el cabaret con su conjunto de guitarra; donde acompañó al dúo de Celina y Reutilio, a Radeúnda Lima, Coralia Fernández y al excelente repentista Adolfo Alfonso.

En 1938 organizó el conjunto de Miguel Ojeda; posteriormente formó El Melódico del 41, con el que alternaba con las orquestas de La Habana que hacían giras por Cárdenas, y otras ciudades de Matanzas. Así se dio a conocer en los medios musicales de la capital, hasta que en 1941 se presentó en La Corte Suprema del Arte, programa de aficionados que se trasmitía por radio CMQ; lo que le facilitó un contrato con dicha emisora para actuar en distintos programas, entre ellos Rincón Criollo.

Por esa época conoció al guitarrista y compositor Eduardo Saborit, con el cual fundó un trío, que acompañó en los inicios de su carrera artística a Ramón Veloz, y también a la soprano Zoila Gálvez y a los cantantes decimistas La Calandria y Justo Vega. En el programa El Guateque de Apolonio actuó junto al cantante mexicano Pedro Vargas y el trío Los Panchos.

En la década del 50 de ese siglo trabajó en programas junto a Celina y Reutilio, Coralia Fernández y Adolfo Alfonso. Hacia la década del 60, comenzaron sus intervenciones en el programa televisivo Palmas y Cañas y en los cabarets Tropicana, Capri y en el Parisién (Hotel Nacional de Cuba). Dirigió, en esta misma década, el conjunto integrado por cinco guitarristas, que se presentó en la Plaza de la Catedral de La Habana.

Como laudista, Ojeda se destaca por su fino estilo y bello sonido. Aunque no es un virtuoso que busca grandes efectos, tiene una técnica depurada y un profundo conocimiento de la música campesina, así como un cabal dominio de los diseños melódicos y rítmicos en sus improvisaciones.

Fuente: Ecured