Miguel Barnet: Merceditas, primera akpwona de Cuba

, Merceditas Valdés

Aunque Mercedes Valdés Granit puede resultar un nombre poco conocido, decir Merceditas Valdés es pensar en la más autóctona música afrocubana en forma de mujer. Se trata de la misma persona, quien nació el 24 de septiembre de 1922 en la barriada habanera de Cayo Hueso y su muerte en la propia ciudad hace casi treinta años la alejó de los escenarios para darle la dimensión de verdadera leyenda.

El sabio cubano Don Fernando Ortiz desde que la conoció a mediados de la anterior centuria, decidió trabajar con la singular virtuosa. Su arte ilustró las conferencias de temas etnográficos del destacado estudioso. Él la nombró “la pequeña aché”, aludiendo a su baja estatura física, así como al don especial que poseía para interpretar con su voz los cantos de los ancestros arrancados de África y traídos a estas tierras en calidad de esclavos.

Otro connotado intelectual de nuestra Isla, Miguel Barnet, también ha investigado y publicado sobre la obra de la cantante y durante un homenaje a Merceditas Valdés realizó una intervención especial sobre sus aportes a la música de La Mayor de las Antillas.

Es así que Radio Cadena Habana dialogó con el gran escritor y etnólogo.

Barnet, ¿por qué considera osada a Merceditas?

Ella constituyó ante todo una fundadora. Y sí fue muy valiente porque en los años 40 y 50 del pasado siglo era difícil que una mujer negra y joven se atreviera a cantar públicamente los cantos yoruba, de osha, congos y arará. Era un acto de audacia intelectual y artística.

Había muchos prejuicios con ese tipo de música, que Merceditas con su desempeño contribuyó a destruir. Poco a poco se impuso su presencia en la radio, la televisión y en lugares públicos, por ejemplo, el cabaret Tropicana. Después viajó por el mundo entero y difundió lo más raigal de nuestra cultura.

Usted siente una gran admiración por Merceditas, ¿tiene algún recuerdo especial de ella?

Para mí fue significativa la forma en que la conocí hace más de treinta años. Nunca olvidaré aquella tarde de verano en casa de Don Fernando Ortiz. Ella actuó junto al desaparecido rumbero Agustín Flor de Amor. También estaban el caricaturista Juan David, el historiador Julio Le Riverend, el crítico literario Salvador Bueno y otros cercanos amigos del gran sabio.

¿Qué impresión le dejó “la pequeña aché”?

Fue maravilloso disfrutar de cerca de su extraordinaria voz. Ella interpretó sus cantos lucumíes. Hay que recordar que usaba las lenguas africanas propias para cada ceremonia. Reunía cualidades que la hacían única. Al final de la velada, Fernando me pidió que la llevara en su auto hasta la casa de ella. Llovía muy fuerte y él no debía conducir en tales circunstancias y cumplí sus órdenes.

¿Agradeció a aquel aguacero permitirle un mayor acercamiento a la legendaria cantante?

Así fue. Al despedirla en la puerta de su casa en la calle Zanja, quedó su imagen en mi memoria. La evoco con su vestido de cintas y su pañuelo blanco en la cabeza. Me pregunté entonces si algún día llegaría a conocer mejor a la mujer que Don Fernando mucho admiró. No sé si la conocí lo suficiente, pero sí he comprendido los motivos de la admiración de él hacia ella. Asimismo, entiendo por qué nuestro pueblo la quiso y la llevó en andas al cementerio el 13 de junio de 1996. Fue un duelo masivo que estremeció a los cubanos.

Barnet, pero Merceditas Valdés sigue viva a través de su legado musical.

Y seguirá. Nosotros siempre la recordaremos por su maestría artística y no exagera quien la califica como la primera akpwona de Cuba.

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