«Lo oculto y desconocido» (II parte)

Mario Romeu. Tomada de Internet

Por: Joaquín Betancourt Jackman

En la música popular cubana, por desdicha, hay actores de primera categoría que siempre les toca los papeles secundarios, pero a diferencia de los dramas, casi nunca aparecen en los créditos verbales de los que tienen la dicha de a vista pública ser los protagonistas principales y por ende se “roban” el show, la simpatía y el mérito a nivel popular.

En mi anterior publicación traté humildemente de reverdecer, dar a conocer las grandes virtudes de un inmenso músico cubano como Rafael Somavilla Morejón, caso olvidado y desconocido para las actuales generaciones de músicos cubanos.

Por supuesto que no solo el caso Somavilla es el único que navega en la “nave del olvido”, sino también aquellos grandes músicos a los que hice mención, grandes maestros, directores orquestadores y compositores de un pasado casi reciente.

Y deteniéndome en ellos todos, quiero recalcar que se trata de grandes maestros de la música en Cuba, una vez más apelo al calificativo de “todos terrenos musicales”, a quienes muchos artistas de nuestra música cubana, ya bien sean músicos instrumentistas o cantantes, le deben un montón de sus carreras. Y deteniéndome en estos últimos, los cantantes populares, cuántos de ellos recibieron la bendición de aquellas soberbias orquestaciones de los temas de sus respectivos repertorios, cuántos de ellos fueron dirigidos y orientados con ese baño de sapiencia y experiencias. ¿Cuántos autores musicales sin conocimientos musicales recibieron también la bendición y honra que sus obras fueran lujosamente vestidas, dirigidas y grabadas por estos ilustres músicos?

Con todo respeto considero imperdonable, por parte de músicos y cantantes condenar al olvido el aporte sumamente decisivo que aportaron estos músicos, considero imperdonable y nocivo que los músicos de diversos formatos y cantantes populares no le otorguen el carácter de “imprescindible y de lujo”, al tener vestidas sus obras de sus repertorios con arreglos u orquestaciones que les distingan.

Para una población desconocedora de estos detalles casi internos de la música es entendible, pero para los que asumen la música profesionalmente, es condenable.

Cuando a una sólida interpretación se une un buen tema, acompañada por buenos músicos, la música es una delicia, pero cuando a estos factores se le une un exquisito arreglo, orquestación y dirección, estamos asistiendo a una indudable obra de arte.

Honor a quienes honores y gloria merecen. Tomado del perfil en Facebook de Joaquín Betancourt Jackman