«Lo oculto y desconocido». (Final de la 5ta parte)

Por: Joaquín Betancourt Jackman (Premio Nacional de Música 2019)

Todo lo que me he permitido hablar con respecto a la Orquesta Aragón y la figura del maestro Rafael Lay Apesteguia, se deben a una mezcla de aprendizaje, valoraciones justas, experiencias personales, un gran respeto, admiración y como parte de una deuda eterna que tiene la música cubana con ellos.

Podría preguntarse, ¿cómo ha sido que esta orquesta ha podido desafiar al tiempo, a las modas, corrientes de diferentes etapas y especialmente a estos «tiempos de cólera» en la música?

Yo pienso que, si no es la única respuesta, al menos la más contundente, es que el genio perspicaz del maestro Lay supo construir a tiempo y con mirada larga ese formidable relevo que ha sido su hijo Rafael Lay Bravo, eso sin contar con su sorprendente y apresurada desaparición física.

Rafaelito, sin alardes y con poco ruido, ha sabido continuar con fina maestría el legado de su padre depositado en él y ha sido un buen seleccionador de su tropa acompañante, vigorosa y llena de un desbordante entusiasmo y respeto; estos, incluyendo a su carismático y talentoso hijo Rafael Lay Jr, junto a Rafael Lay Bravo, constituyen un bastión que ha preservado y defendido el lenguaje aragonístico que es parte de la sazón de la música popular cubana.

Rafael Lay padre y los viejos aragones de las diferentes generaciones anteriores, viven por siempre en el alma de Cuba y de esta orquesta. Y eso jamás podrá ser ocultado ni desconocido; es por derecho propio patrimonio de nuestra nación.

Tomado del perfil en Facebook de Joaquín Betancourt