La pianista Doris Oropesa se debate en una constante disputa entre los quehaceres de la casa, las obligaciones pedagógicas en la Universidad de las Artes, y sus funciones como presidenta del CDR #11del Consejo Popular de Los Sitios en el municipio habanero de Centro Habana.
A estas labores propias de las cubanas de estos tiempos se suma su participación en las faenas de la FMC, organización femenina a la que ingresó con 14 años de edad.
Han pasado los años y la pianista aún recuerda aquel trascendental momento cuando le entregaron el carnet de federada.
«Fue un cúmulo de emociones encontradas, coloreada por risas, ojos húmedos, y por la convicción de haber entrado a una organización que marcaría mi vida para siempre como la de muchas jóvenes del país, en su mayoría de extracción humilde, hijas de proletarios».
La FMC ha sacado de nuestras mujeres virtudes insospechadas, que por mucho tiempo permanecieron ocultas bajo el manto lóbrego de una República Mediatizada, inepta para valorar la intrepidez y capacidad de las nacidas en la Mayor de las Antillas.
A Doris la organización femenina la hizo más fuerte, empoderada, capaz de asumir cualquier responsabilidad cultural, lo cual ha demostrado en sus múltiples periplos por el mundo como representante de la pianística nacional.
«He tenido el privilegio de llevar el arte nacional a España, Italia Hungría, Nicaragua, entre otras naciones, siempre orgullosa de pertenecer a una agrupación de féminas, como parte de un proceso revolucionario, inclusivo, en el cual las mujeres tenemos un papel protagónico, respetable y reverenciado».
Con más de 6 décadas de vida, el tránsito de Doris Oropesa por los senderos de la FMC es tenaz, no alberga cansancio y hace camino al andar como dijo el poeta.
«Dispongo de tiempo para cada tarea, no establezco límites ni obstáculos para guiar a las jóvenes de nuevo ingreso en sus actividades comunitarias o para conducir a cualquier compañera necesitada de una mano solidaria que le informe a dónde acudir para recibir ayuda profesional»
Este 23 de agosto, cuando la Federación de Mujeres Cubanas cumple 64 agostos vuelven a Doris los recuerdos de aquella tarde cuando se supo federada, y su vida pasa en retrospectiva ante sus ojos, como una película de amor proyectada en una enorme pantalla.
Sabe que ya no es la joven casi niña de entonces; ahora desde la integridad de la madurez, enfocada en su adeudo de esposa, madre y abuela, da gracias a la vida que la ha dado tanto.
Le ha dado la familia construida junto al Maestro Efraín Amador, una profesión, que le permite contribuir a la formación de nuevas generaciones de pianistas, treseros y laudistas, y en un contexto más particular, le propia pertenecer a una organización que unificó a todos los sectores femeninos de la Revolución.
Ella se siente parte de esa FMC, fuerza entusiasta, numerosa, grande y decisiva para la salvaguardia de nuestro sistema social, y para la lucha por la emancipación, contra la discriminación de todo tipo.
Foto tomada del Facebook oficial del Centro Nacional de Música de Concierto