Alfonsín y Los Jóvenes del Cayo

Alfonsín Quintana

El pasado año, en ocasión del centenario de Alfonsín Quintana, pasó inadvertida la fecha. El cantante nació en el caliente barrio de Jesús María, La Habana, el 28 de enero de 1923. Su verdadero nombre era Idelfonso Quintana Fabelo. El cambio de su nombre de pila (Idelfonso) por el artístico (Alfonsín) se debió a una idea de Manolo Ortega cuando éste trabajaba como locutor de la emisora García Serra que transmitía en el Roof Garden del Hotel Plaza.

Estudió Comercio y comenzó de oficinista en una mueblería llamada “La Casa Grande”:

Ahí conocí al músico y director de orquesta, Neno González, vecino mío y cliente de la mueblería. Neno me sugirió ante el músico Domingo Vargas, fundador del conjunto Los Jóvenes del Cayo. Vargas se interesa en que yo trabajara como representante, él había sustituido al antiguo director de Los Jóvenes del Cayo, Carlos Lezcano.

Era el año 1938, Alfonsín solo tenía quince años, pero su oficio en la oficina le sirvió mucho como organizador y a tanta insistencia acepta. Como era muy interesado en la música, en las presentaciones apoyaba en algo en la percusión. Una vez que ellos se constituyen en conjunto aporta composiciones y él mismo las cantaba.

CONJUNTO JÓVENES DEL CAYO

Alfonsín, en un documento que me entrega en mi propia casa, muestra que el conjunto se había fundado en 1924, Orovio daba la fecha de 1926. Por sus filas pasaron una constelación de figuras: Alfredo Boloña y Néstor Milí (“Yerbero moderno”, A mi padre”, “La caminadora”).

En el conjunto llegaron a trabajar: Dámaso Pérez Prado, Pepe Delgado, Javier Vázquez (pianista de La Sonora Matancera), René Urbino, y Alfonso O´Reilly. Cantaron: Agustín Hurtado, Domingo Vargas, Conrado Cepero, Celio González, Alberto Prats, Chelino, Miguelito Valdés (Mr. Babalú) y el fabuloso puertorriqueño Daniel Santos.

En 1940 fue contratado por la emisora radial C.O.C.O. para cantar con la orquesta Ideal de Joseíto Valdés y con la de Cheo Belén Puig. En la década del 50 recibió clases de música con el maestro Odilio Urfé y por esa época cantó eventualmente por la radio con la Sensación en los inicios de esa orquesta. En 1958 fue cofundador junto a Benny Moré del Alí Bar y compartió con él el escenario en este centro nocturno.

Alfonsín me cuenta que Néstor Milí le ofreció la dirección del septeto y juntos tuvieron éxitos, en una etapa de oro de los conjuntos hasta 1963. En esta etapa llegaron a viajar a Colombia, Panamá, y Estados Unidos.

En 1963, después de una cadena de éxitos, por motivos algo sentimentales, decide abandonar la idea de Los Jóvenes del Cayo y se dispone a cantar como solista. A partir de 1964, independientemente de seguir trabajando como solista, decidió formar un grupo denominado Alfonsín Quintana y su Grupo, con el que se presentó en el Cabaret del Turquino (durante 17 años), Tropicana, el Internacional, el Casino Parisién y en otros espacios. Ha grabado con las firmas disqueras: Coda, Landia, Seeco, Ansonia, Panart, Puchito y RCA Víctor. Comienza en 1964 una etapa de cantante solista con su propio grupo por los cabarets de la capital, Tropicana, Internacional de Varadero, Copa Room, Capri y el Turquino del hotel Habana Libre, donde estuvo durante muchos años hasta que se retira en 1992.

Vuelve a viajar a los Estados Unidos, en 1987, 1990, 1992, y 1996. Este último año llega hasta el Casino Río de Las Vegas, donde complació a muchos oyentes de la vieja guardia cubana.

Alfonsín fue nominado al Grammy Latino, 2011, como cantante del proyecto Los cien sones, de Edesio Alejandro, propósito malogrado por falta de asesoría musical histórica y por asuntos de los derechos de autores de las obras seleccionadas.

En su etapa final Alfonsín visitó mi casa para una entrevista, esperaba una rica historia de su trayectoria musical, pero no resultó así. En suma, él fue uno de los cantantes más perseverantes de los conjuntos habaneros, testigo de una era musical. Falleció de bronconeumonía en La Habana, el 3 de marzo de 2018.

En realidad, no creo que haya sido un cantante de alto vuelo, pero era muy organizado y responsable, supo manejar su negocio muy bien, mantuvo la nave de Los Jóvenes del Cayo que tuvo su leyenda. Ellos no llegaron al alto nivel de la Casino, La Sonora Matancera, Arsenio, Chapottín; pero comieron en una etapa de alta competencia. Orovio decía que ellos fueron un híbrido entre los conjuntos de blancos (La Casino y La Sonora Matancera) y los conjuntos de negros (afro), como Arsenio y Chapottín.