Tania Castellanos en nosotros

tania castellanos

Por: Marta Valdés /

Zoila fue su nombre de pila. Así la llamaban todavía cuando la conocí —poco después del triunfo de la Revolución— sus amigos de juventud, sus compañeros de lucha y aquellos colegas que se iniciaron en el grupo del feeling y luego, en el júbilo de los primeros pasos para dar a conocer el fruto de sus inspiraciones, habían hecho suya la idea, concebida por la joven reglana (ya para entonces decididamente Tania, nombre de riesgo y batalla en la clandestinidad y luego nombre artístico) e instrumentada por su compañero eterno, el líder obrero Lázaro Peña, de juntarse y crear una modesta editora musical empeñada en no dejarse explotar por los mecanismos de mercado esencialmente vinculados con los abusos de los consorcios norteamericanos. Musicabana, un capítulo excepcional en la historia de las luchas autorales en Cuba, está ligada desde sus inicios, en la década de los cuarenta del siglo XX, a nombres como César Portillo de la Luz, José Antonio Méndez, Niño Rivera, Ñico Rojas, Adolfo Guzmán y, por supuesto, a Tania Castellanos.

He dicho «reglana» y es que Tania vivía orgullosa de haber nacido en ese sitio privilegiado por la historia, la geografía y la cultura habaneras que se llama Regla. Cualquier manera de introducirnos en sus calles nos da la bienvenida a infinidad de episodios relacionados con las luchas del movimiento obrero —si es por tierra— y si es por mar, cruzando la bahía, a la inconmovible tradición relacionada con la presencia del Santuario de la Virgen de Regla. Pero es en ese poblado, además, donde han nacido a la vida y a la música popular de Cuba algunas de las voces mejor timbradas, algunos de los estilos superdotados para hacer más nítido el fraseo, para perfilar con mayor sentido el dibujo melódico de cualquier fragmento musical. Allí se dieron, quién sabe si por mandato de la virgencita mulata, el cantante Roberto Faz y el dúo de Clara y Mario —por citar solo dos ejemplos—. Allí recibió de manera espontánea la inspiración para concebir sus primeras canciones esta representante legítima de la estirpe de aquellos a quienes, en la jerga de nuestra música popular, identificamos con ese término creado de a porque sí, que define a un autor como «melodista».

Tania Castellanos fue una melodista por excelencia: no componía sus canciones apoyándose en un instrumento musical aunque, dentro de su cabeza, resonaran clarísimas las armonías y se asentaran, con toda la solidez que merece el caso, la armazón de las frases, la correlación entre letra y música y la hermosura del perfil melódico que hace de cada canción una pieza de valor inestimable para la voz cantante, algo entrañable para el oído receptor, capaz de instalarse casi a partir del momento en que alguien la hace sonar por primera vez, en el gusto personal de quien ya no la dejará caer en el olvido.

Durante los años de exilio, en lo más crudo de esta etapa —segunda mitad de la década de los cincuenta— el hogar de Zoila (Tania) y Lázaro fue en México, puerto seguro para muchos. Allí compartió alegrías y pesares José Antonio Méndez mientras trataba de abrirle camino a sus canciones hasta alcanzar el éxito y la fama. Intérpretes de relevante categoría como Lucho Gatica, incluyeron en su repertorio boleros de Tania Castellanos, como ʺEn nosotrosʺ y ʺRecordaré tu bocaʺ que se hicieron populares en el  continente americano y en las Antillas. En Cuba, ya a finales de la década, voces amigas como la de Elena Burke, que iniciaban su carrera como solistas, incluían sus canciones en los nacientes repertorios.

La presencia de Tania de regreso a la patria, a partir de 1959, irradió su fuerza en muy diversas direcciones cuando se le vio trabajar sin descanso por la dignidad de los autores musicales, reclamar el concurso de figuras que nunca le fallaron en el interés de incrementar la presencia del canto coral como forma de expresión generalizada. Su creación se diversificó abordando ahora temas relativos a la infancia, a las luchas revolucionarias de Cuba y Latinoamérica, en protesta por la prisión de Ángela Davis o la guerra en Vietnam. Canciones fundadoras de su catálogo de tema amoroso como ʺDe los dosʺ, fueron llevadas al disco —en este caso en la voz de Fernando Álvarez—. Su patriótica ʺCuba, corazón de nuestra Américaʺ, popularizada por Esther Borja, su inmensa ʺPor los Andes del Orbeʺ, exaltada en el estilo de Omara Portuondo o el sinnúmero de títulos enarbolados por voces masculinas y femeninas que, encabezadas por Elena Burke, mantuvieron viva en la sensibilidad popular su obra creadora. De ahí que Tania Castellanos, nacida en el poblado habanero de Regla el 27 de junio de 1920, al marcharse de este mundo en 1988 no se haya ido del todo, sino que, gracias a su propia, personal, «inmensa melodía» se haya quedado, de algún modo, «en nosotros».

Almendares, 27 de junio de 2010

Tomado de Cubadebate