Por: Sandra M. Bustos Marín
El 17 de julio del año 1968 llegó la triste noticia del fallecimiento, en La Habana, de Sindo Garay, considerado como el más alto exponente entre los creadores de la canción tradicional trovadoresca cubana. Su nombre completo era Antonio Gumersindo Garay García. Había nacido 101 años antes, el 12 de abril de 1867 en Santiago de Cuba, en el barrio de Los Hoyos, cuna de grandes trovadores.
En su casa guardaba la guitarra Pepe Sánchez, creador del bolero y precursor de la trova cubana. Según narraba el gran investigador Lino Betancourt, un día la madre de Sindo escuchó sonar la guitarra y fue a la sala pensando que había llegado Sánchez. ¿Cuál sería su sorpresa al descubrir que aquellos arpegios que sonaban tan bien eran del niño, que había tomado el instrumento? A partir de entonces Pepe Sánchez comenzó a enseñar al pequeño Sindo, aunque de manera empírica. Tocaba y componía intuitivamente, no conocía de música y no podía leer un pentagrama, lo hacía de oído. A los 12 años compuso su primer tema, “Quiéreme trigueña” dedicado a una muchacha que lo cautivó.
Continuó preparándose en la guitarra y escuchando música. Entonces descubrió la obra del compositor alemán Richard Wagner y adaptó a sus temas el cromatismo utilizado por él, tanto en la armonía como en la melodía, haciendo aportes en este flanco a la sonoridad de la trova cubana. Como ejemplo está “Germania”, una de sus primeras obras y también entre las más complejas armónicamente.
Vivir de la música en su época no era posible económicamente. Por eso, Sindo escogió el oficio de talabartero y al mismo tiempo fue acróbata y payaso en un circo. Precisamente con una compañía circense realizó su primer viaje fuera de la Isla, a Puerto Rico. En ese momento tuvo la oportunidad de probar el impacto y la aceptación de sus canciones en un público diferente y así comenzó a expandirse su fama tanto en Cuba como fuera.
El ciclón del 26, que azotó fuertemente a nuestro país, le sirvió de inspiración para componer su tema “El huracán y la palma”, donde compara a la isla de Cuba con esa palma, que no es abatida ni doblegada por nada. Una canción con gran complejidad, que representa un reto para los vocalistas que lo asumen. Llegó a ser bautizada como la ópera de la trova cubana. Su amor a esta tierra era tan fuerte, que dio a todos sus hijos nombres aborígenes, Guarionex, Guarina, Hatuey, Anacaona y Caonao; como una manera de honrar a los primeros habitantes que tuvo la mayor de Las Antillas y de perpetuar esa identidad diluida y borrada por la colonización. Con su hijo Guarionex conformó un dúo que duró 60 años. Su hija Guarina también cantó con él y tenía una linda voz. A ella le compuso tres canciones.
Siempre pensé que “Perla Marina” la había compuesto también a nuestra Isla, pero según estudios realizados por Lino Betancourt, fue dedicada a una muchacha nombrada así, que alrededor del año 1912, estudiaba en La Habana y se alojaba en una casa de huéspedes que Sindo visitaba. Es, sin dudas, uno de sus temas emblemáticos. En el año 1903 se radicó en La Habana, aunque visitó constantemente otros lugares. Durante un viaje que realizó a Cienfuegos alrededor de 1920, conoció al guitarrista español Vicente Gelabert y al tenor italiano, Enrico Caruso.
Compuso varias canciones patrióticas, pero de ellas “Mujer bayamesa” escrita en 1916, sin lugar a dudas quedó perpetuada como una de las tres bayamesas insignes de la cancionística cubana. Según cuenta la historia, la escribió en esta ciudad, inspirado por vestigios que descubrió del incendio que antaño provocaron las mujeres antes de caer en manos de los españoles. Lo correcto es cantarla: “tiene en su alma la bayamesa, triste recuerdos de tradiciones…”. Algunos intérpretes dicen lleva. Es, sin dudas, una oda a la valentía y los principios de la mujer cubana.
Fue uno de los compositores más fecundos de nuestra trova tradicional. En 1959 escribió su última canción, “Testamento lírico”. El cuerpo de Sindo Garay fue velado en Santiago de Cuba y luego sepultado en Bayamo, acompañado por una multitud de personas. A petición de Guarionex Garay, se cantó a coro “Mujer bayamesa”, como homenaje póstumo al gran compositor, al que se despidió arropado por su música, en las voces del pueblo que tanto amó.
Fuente: 5 de Septiembre