Señora Sentimiento para todos los tiempos                          

Elena-Burke

«Ella descubre con su voz lo que hay en su interior, y por eso por donde pasa deja huella, porque sus interpretaciones consiguen imponer en el que escucha el texto, la melodía y el ritmo de las canciones»

                                                     Gabriel García Márquez

El tenor Renel Cabel la catalogó como “la mejor cancionera de América”, pero para nosotros será siempre La Señora Sentimiento.

Cuando vino al mundo el 28 de febrero de 1928, allá en la barriada del Cerro, sus padres la inscribieron como Romana Burgues. Todavía ni soñaba con convertirse en Elena Burke, ni mucho menos en La Señora Sentimiento, pero se enamoró de la canción desde niña. Ella misma lo aseguró alguna vez cuando dijo: «Cantaba tangos, rumbitas, guarachas y sones… Me volvía loca cantando aquello y la gente se embullaba conmigo».

Con el tiempo se vinculó a los muchachos del feeling y desde entonces devino una de las cantantes favoritas de este movimiento y de otros géneros de la canción cubana. Y es que Elena vivió para cantar, tanto, que debutó como aficionada en la radio con apenas trece años y al siguiente entró al mundo profesional de la música para no abandonarlo hasta el final de sus días.

Elena Burke debutó como profesional de la música en la emisora Mil Diez la noche del veinticinco octubre de 1943. Acompañada por la orquesta del maestro Félix Guerrero interpretó “Nuestras vidas”, un tema de Orlando de la Rosa. Desde entonces comenzó a forjar su recia imagen artística para convertirse en una de las grandes del bolero y reafirmarse luego como La Señora Sentimiento.

Se incorporó a Las Mulatas de Fuego en 1947, con ellas bailó en Tropicana y realizó su primera gira internacional. Las presentaciones se efectuaron en Jamaica y México, país este último donde nuestra protagonista hizo su debut cinematográfico, un medio que ha registrado para siempre el recuerdo de su imagen y de su voz.

Integró varios cuartetos en los primeros años de su carrera profesional. El primero fue el de Facundo Rivero, con el cual realizó una larga gira por algunos países de centro y sur América.

Ya en 1948 y junto a Aurelio Reinoso y Adalberto del Río participó de la fundación del Cuarteto de Orlando de la Rosa. La agrupación debutó en un programa de la RHC Cadena Azul donde compartió escenario con Libertad Lamarque y Luis Carbonell. El cuarteto en sí mismo era todo un espectáculo, pues supo conjugar la interpretación de las canciones con el baile y el vestuario propios de escenarios y pistas de cabaret.

Como integrante del cuarteto de Orlando de la Rosa, Elena se presentó en centros nocturnos y hoteles norteamericanos. En el repertorio de entonces se incluyeron temas como “Vieja luna”, “Nuestras vidas” y “Mi felicidad”que después serían famosos y representativos del pentagrama nacional.

La participación en valiosos cuartetos vocales perfiló su estilo. Si el de Facundo Rivero y el de Orlando de la Rosa cimentaron el camino, el de Aida Diestro reveló la singularidad de esta cantante que como otros notables cultivaron su talento natural en la experiencia diaria.

La carrera artística de Elena Burke hizo una escala importante cuando conoció a la pianista y directora de agrupación Aida Diestro. Para no dejar de pasar por uno de los mejores cuartetos de la historia de la música cubana, se unió a Moraima Secada y las hermanas Omara y Haydeé Portuondo para formar una nueva agrupación vocal.

Sin embargo, en mil 958 decidió abandonarlo para labrarse un camino propio como solista. De su experiencia y posterior separación de Las D’ Aida, la artista comentó:  “Yo lo pensé mucho, como quiera que sea habíamos logrado algo importante en nuestras vidas. Teníamos un estilo muy singular que gustaba a propios y extraños y eso le daba perspectivas a nuestro trabajo. Realizamos algunas giras por el extranjero, grabamos un disco acompañando a Nat King Cole y otro a dúo con Lucho Gatica, pero creo que se dio el momento en que cada una de nosotras necesitaba consolidarse por separado y, bueno, nos despedimos sin pena y sin llanto”.

Separada de Las D Aida, Elena fue en pos de un estilo que la definiera y le proporcionara libertad para interpretar cualquier tema.  Y ese estilo lo encontró de manera expedita en su persona, porque en la propia artista estaba el don de la expresión como una de sus más altas cualidades. Como solista se convirtió en la intérprete ideal de todo compositor: se aprendió las canciones interiorizando las motivaciones del autor, mostraba las palabras y las metáforas más sutiles con una gestualidad característica.

Fue la intérprete más sostenida del feeling hasta ser reconocida como La Señora Sentimiento, la voz femenina más alta de esta canción en nuestro país.

A lo largo de su carrera como solista vocal se acompañó de notables instrumentistas, entre ellos del guitarrista Froilán y de los pianistas Frank Domínguez, Meme Solís y Enrique Almanza. Esta última expresó en una oportunidad sobre la intérprete: «Ella no permite caer en rutinas. Aunque se trate de canciones repetidas, siempre hace de una versión variantes insólitas. En un escenario uno tiene que andar cazándola, pues nunca proyecta un número igual ni dos veces. Y no hablo de lo musical solamente, sino de la emoción».

Para el también pianista Frank Domínguez el recuerdo sobre sus acompañamientos a Elena Burke no puede ser más evocador: «No lee música, pero sabe exigir el acorde perfecto. Y si cambia la melodía, en definitiva la realza con un sentimiento. (…)  Elena es única, ha levantado canciones sin tanto vigor a partir de su versión».

Elena Burke viajó por casi toda Europa y América a lo largo de su trayectoria artística, también fue conductora de programas radiales y participó en algunos filmes. Los años finales de su carrera los vivió en México, donde contrajo la enfermedad que puso fin a su vida, sin embargo, retornó a Cuba para regalarnos sus últimas presentaciones.

La Sala Avellaneda del Teatro Nacional, el mítico “Gato Tuerto” y el piano bar del Meliá Habana fueron los últimos escenarios que supieron de su arte.

Ante la inevitable pérdida, el pueblo la acompañó hasta su última morada entonando el tema “Para vivir”, que tantas veces ella interpretó en su inolvidable estilo.

«Te quedaste con todo, / el libro y la memoria, / los paseos y la flor. / Pero yo tengo tus ojos / y de vez en cuando me miro / en ellos –tan tristes y huidizos- / para que tú me lo devuelvas todo, / el libro y la memoria, / los paseos y la flor».El escritor Miguel Barnet le dedicó esta oda a Elena Burke cuando ella vivía la etapa final de su existencia. Fue su homenaje a quien consagró más de 6 décadas al arte y a la canción cubana.

Por su calidad interpretativa y el sonido de su voz Elena Burke hizo de la canción un arte atemporal. Cultivó la tradición del género mientras experimentaba con las nuevas formas líricas para entregarnos un trabajo rico y complejo de gran talla humana y musical. Como gran estilista que fue también abarcó todos los estilos y acordes que existen en el pentagrama.

Elena Burke dejó a La Señora Sentimiento, cuyo legado es la vigencia de su voz en más de veinte discos con canciones de todas las edades y tiempos.