Poco se habla, a punto tal de parecer omisión voluntaria o desconocimiento absoluto del tema, de los tres himnos de combate que -como mínimo- tuvo la Guerra Grande (1868-1878).
El más publicitado de esos cantos guerreros es el Himno de Bayamo, compuesto por el patriota Pedro (Perucho) Figueredo en agosto de 1867. En aquel momento se le llamó La Bayamesa, como expresión de su carácter revolucionario el canto épico era un llamado al combate y debía exaltar el sentimiento patriótico.
El 17 de mayo de 1870, el coronel del Ejército Libertador Pedro Martínez Freyre compuso la letra del Himno de Holguín. La música se atribuye a José María Olía, notable compositor y músico. Todavía estaba fresco el hecho de la Demajagua y en localidad estaban a la espera del arribo a las costas del territorio holguinero de expediciones con armamentos y municiones, el autor del himno, en gesto patriótico escribió las estrofas de esa composición guerrera, que clamaba por la libertad de la isla del yugo español, llamando los holguineros incorporarse al Ejército mambí. El himno de Martínez Freyre se asemeja al bayamés al llamar al combate a los coterráneos de la patria chica: “¡A la lid holguineros valientes!
En febrero de 1874, cundió la noticia de la decisión de invadir en territorio de Las Villas por fuerzas al mando del General Máximo Gómez, se solicitó al poeta Antonio Hurtado del Valle, conocido como “El Hijo del Damuji” y comandante del Ejercito Libertador, que compusiera un himno en ocasión al suceso.
En la composición de Hurtado del Valle el único vocativo que aparece es el genérico hermanos y se pone cuidado en distinguir la multiplicidad de orígenes de las fuerzas a que se dirige: “los generosos pueblos de Oriente/ De sus guerreros manden la flor/, y con vosotros marcha el valiente/ camagüeyano batallador…!”
El carácter inclusivo de la interpretación permite comprender el arraigo del Himno de Las Villas entre el mambisado durante una parte de la Guerra Grande.
Ninguno de los tres himnos logró consolidarse por aquellos años como el canto épico de todos los patriotas cubanos. Factores como la focalización del llamado a los peleadores de acuerdo a la procedencia territorial y los conocidos conflictos de regionalismo que mostraron la unidad revolucionaria no facilitaron una aceptación consensuada del Himno de Las Villas que parecía el más aceptado, canto que se fue invisibilizando en la medida que fracasó la invasión a Las Villas.
Después de la firma del Pacto del Zanjón (10.02.1878) un grupo de patriotas en el exilio –entre ellos familiares de Perucho Figueredo- se activaron para recuperar y potenciar La Bayamesa como el himno patrio. Fue así que cuajó la pieza compuesta por Figueredo como símbolo de lucha y victoria de todos los independentistas. En este proceso fue clave la labor de José Martí al divulgar su letra y su música en varios ejemplares del periódico Patria.
La versión actual de La Bayamesa, reproducida por la Ley de Símbolos Nacionales en el periódico Patria, con la esperanza que lo entonaron enardecidos “todos los labios y lo guardaron todos los hogares (…) el himno en cuyos acordes, en la hora más bella y solemne de nuestra patria, se alzó el decoro dormido en el pecho del hombre…”.