Hacer grande a la cultura cubana, no solo en nuestra tierra

Giraldo Piloto

Por: Raúl San Miguel

Aquí el que más fino sea, responde si llamo yo”

Nicolás Guillén

Escucho su voz y puedo sentir el agotamiento de las intensas jornadas de trabajo que lleva sobre sí y todo un equipo de organizadores la edición XXI de la Fiesta del Tambor: el festival masivo que concluye el domingo, 10 de marzo; después de una serie de eventos teóricos y competitivos. Giraldo Piloto, en su condición de presidente de este importante evento cultural masivo accedió a compartir algunos criterios con los lectores de Tribuna de La Habana.

¿Cuáles son las expectativas que marcaron el derrotero de un evento donde el protagonismo lo tiene el tambor, un instrumento de percusión extendido y presente en todas las culturas y manifestaciones artísticas en el mundo?

Las expectativas son las mismas que he tenido cada vez que los cinco sentidos se ponen en función del Festival y muchas veces, continúan trabajando -esos cinco sentidos- después de concluir cada edición. Un propósito: cumplir con la rumba, la música folklórica, la música popular cubana, el jazz cubano, en general con la cultura de nuestro país.

Tengo un lema que tomé prestado: No hay tambor sin danza, ni danza sin tambor. A todo lo que tiene implícito el tambor, se une en este Festival, las competencias de rumba y de casino (baile). Las expectativas de hoy, en primer lugar, que los muchachos, en especial de las escuelas de arte, salgan con mayores conocimientos que los presentes en la Fiesta del tambor. También alcanzan a estudiantes de todas las escuelas de danza del país.

En primer lugar, seguir rescatando todos los valores que hemos adquirido por nuestros antepasados. Y toda la información transmitirla y desarrollarla a la misma vez, llevándola a las comunidades, a lugares donde existan personas que no puedan llegar a los teatros o las sedes en las cuales realizamos nuestros eventos. Haciendo posible, sembrando una semilla, en la conciencia de las nuevas generaciones para que, sin importar la fuerza, la impronta, la imposición que -algunas veces-; a través de la Internet, los medios puedan tener (en sus vidas) otros géneros foráneos, u otros que nada tengan que ver con esta parte de la cultura cubana, puedan sentir que lo manejado en este Festival, es algo que debe estar presente en sus vidas y las de nosotros. Debemos seguir brindando un espacio para orquestas, intérpretes, músicos y bailarines en general. Hacer grande a la cultura cubana, no solo en nuestra tierra, sino a nivel internacional.

Este evento tiene un aparte en la batería con el concurso de profesionales reconocidos.  Por demás he conocido que la enseñanza de la batería tiene grandes deudas en las escuelas de música en Cuba. ¿Qué objetivo se proyecta, especialmente, la batería en la Fiesta del tambor?

Yo le he dado algunas ideas al Ministerio de Cultura, en cuanto a la manera en que veo esta competencia bien atendida. Hay conceptos de nivel mundial que se necesitan aplicar en los festivales. La batería para profesionales, específicamente, después que un músico profesional ya tiene su instrumento, platillos buenos y está bien apertrechado, el incentivo para la participación debe ser un premio en metálico que permita a ese artista que –por lo general– no le gusta ser medido y clasificado en un primer, segundo o tercer lugar de una competencia, sienta motivación para decir: ¿Por qué no? Me gustaría ser parte de esto.

Solo se podrá lograr cuando se acepte otorgar estímulos en metálico, en la Fiesta del tambor. No obstante, viendo los resultados de esta edición; donde ya conocemos cuál es el primer, el segundo y el tercer lugar, antes de que termine el evento, porque en las eliminatorias ya teníamos claro cómo podían determinarse estos lugares, considero que, para el próximo Festival, una alternativa sería incorporar alumnos de los dos últimos años del nivel medio de las escuelas de arte, a estas competencias.

De todas formas, para llamar la atención en función de que vengan bateristas de otros países, vamos a tener que tener en cuenta estas ideas o referentes específicos de premio en metálico, porque recibir un instrumento que llevarlos consigo implica un coste adicional en los aviones, por exceso de equipaje en una terminal aérea. Es algo que debemos pensar y analizar bien para ver si puede ser posible en la edición XXII, podamos tener esta oportunidad. El nivel que se ha visto en la competencia ha bajado mucho. Baste decir que solo se presentaron cuatro concursantes. Eso no puede ser bueno para este concurso.

Han sido jornadas intensas de preparación, incluso desde antes de su inauguración el pasado día cinco. ¿En lo personal está satisfecho del alcance que se proyectó en esta Fiesta que toma como epicentro a Cuba?

Es infinita la satisfacción. Cada vez que llego a una sede y observo la sonrisa en el rostro de los artistas y del público. Cuando logramos realizar homenajes y recordar las figuras que han descollado en nuestra cultura, en relación con nuestro evento. Cuando veo alegría en los muchachos de las escuelas de arte, que regresan a sus centros de estudio con sus premios. Instrumentos de muy buena calidad, provenientes de compañías extranjeras y de empresas cubanas, con el apoyo del Ministerio de Cultura, el Instituto Cubano de la Música, el Centro Nacional de Música Popular, el British Council, Palmares, el Gobierno de La Habana, al Centro Nacional de Escuelas de Arte de Cuba (CENEART), a las diferentes direcciones de cultura municipales –cuando llevamos el Festival a sus comunidades– , emprendedores (del sector no estatal: Mipymes), como por ejemplo: Quesos Margarita, de Ciego de Ávila, Metroconfort, empresa de muebles, junto a otras muchas entidades que nos apoyan y mencionarlas a todas es complejo, pero desde el primer contacto, agradezco infinitamente en nombre de todo el Comité Organizador de la Fiesta del Tambor.

Agradecer a todos los artistas que nos acompañan, en cada edición, y hacen posible que este evento siga teniendo esa importancia y carácter cultural e histórico para nuestro país.

Fuente: Tribuna de La Habana