Gestión documental: una mirada desde el archivo familiar

Por María del Carmen Betancourt Iriarte.

La gestión documental es un proceso comprometido con la producción documental de las entidades y las personas. De manera que la archivística también pone atención en la organización de las colecciones de fotos de la familia, propiedades y otros documentos que la legalidad exige mantener a buen resguardo, pero no siempre con el cuidado requerido, o al menos el previo, antes del deterioro.

Cada individuo en su tránsito por la vida va dejando una huella de esencias traducidas en objetos que le facilitan un viaje a la memoria de experiencias pasadas y que constituyen la razón de su existencia.

En este artículo tenemos como objetivo cercar la Archivística a la familia, no para convertir a sus integrantes en archiveros, sino para ponerlos al corriente de algunas pautas para el cuidado y resguardo de su patrimonio material, así como la preservación de costumbres que pueden haber quedado recogidas en una imagen u otro documento (propiedades, títulos de culminación de estudios, adornos, trofeos, obras de arte, etc.) por citar solo algunos ejemplos, para que el olvido no construya nido de plagas.

Uno de los documentos más significativos, desde el punto de vista familiar, lo constituyen las fotografías que recogen instantes que evocan sentimientos, encuentros y la intensidad de tiempos de niñez y juventud. Estos son algunos tips que se aconsejan para su prevención:

Ponemos a consideración lo que sucede con los archivos fotográficos familiares los que contienen el enigma de la emoción como ente inicial para describir el momento que hizo posible la fotografía, luego el componente identificativo o a lo que los archiveros llaman procesamiento, en el que se van incorporando detalles fundamentales y descriptivos entre los que encontramos el título, las fechas, nombre del fotógrafo o del responsable, contenido, temática, soporte, estado de conservación donde se prevé liberar a la fotografía de agentes agresores a su existencia. Otro elemento a tener en consideración es la lectura de la emoción y la huella plasmada por las añadiduras que brotan cuando se sobrescribe la fotografía trazos con grafito u oleo para dar otro matiz a la imagen e inscriben una estampa, además del mensaje que deja a la posteridad.