Por: Yuris Nórido
El legado del son cubano está salvado pero si hablamos del son, no hablamos solo de un legado. Esta expresión significativa de la cultura cubana no está anclada en el pasado, hay concreciones muy actuales, que se manifiestan en una extraordinaria variedad estilística y en una riqueza melódica y rítmica propicia para diálogos provechosos con tendencias muy actuales de la música.
Concluyamos: del son cubano no se habla solo en pasado, a pesar de que hay un pasado glorioso, una tradición contundente. Pero ahí están las raíces, el tronco, las ramas de un árbol que sigue dando frutos.
Las múltiples variantes, las numerosas evoluciones, los maridajes y procesos de fusión del son cubano son en todo caso muestra de la fortaleza de una base, que hay que rastrear en la génesis misma de la nacionalidad.
Por supuesto que hay un permanente debate en ámbitos académicos sobre las fronteras genéricas del son, si es que se puede hablar de fronteras en el ámbito de la música, de la cultura toda Pero se ha alcanzado ciertos consensos. Uno de ellos: en la conformación misma del complejo de la salsa, de proyección mundial, está el son, afianzado mucho más allá del mítico tumbao.
Y también es preciso insistir en que el son va más allá de las implicaciones de un género musical y bailable. Se erige en toda una cultura. Algunos de los más célebres poemas de Nicolás Guillén, por solo citar un ejemplo, pueden ofrecer pistas de su influencia en el cuerpo lírico de la nación.
Otra cosa que hay que destacar es su permanente arraigo popular. En tiempos de abrumador impacto del llamado género urbano, el son mantiene su público, su capital simbólico. Suena un son, y la gente lo baila o lo tararea. Y esa popularidad, asociada a una calidad intrínseca, ha posibilitado también la recreación en formatos de la música de concierto, la llamada música culta.
Hay un Día para el Son Cubano, cada 8 de mayo, recordando el nacimiento del gran Matamoros, pero todos los días son del son. La vigencia de ese patrimonio está fuera de discusión.
Lo que no significa que no haya todavía terreno para la investigación, aristas interesantes, posibilidades ciertas de actualización coherente. Podemos seguir diciendo como el poeta: el son es lo más sublime para el alma divertir.
Fuente: CubaSí