Domingo Faustino Aragú Rodríguez, alma del tambor cubano

Domingo Faustino Aragú Rodríguez

En el latir profundo de la Isla, donde el tambor es voz y alma, nació un maestro que no solo tocó la percusión, sino que construyó su propio lenguaje. Su ritmo se elevó con la fuerza del viento caribeño, llevando la percusión cubana a alturas inéditas y forjando un camino que hoy recorren muchas generaciones.

Domingo Faustino Aragú Rodríguez vino al mundo el 4 de agosto de 1910 en San Juan de los Yeras, Villa Clara, y cerró sus ojos el 24 de octubre de 2012 en La Habana, dejando tras de sí un legado que se ha vuelto eterno.

Fundador de la Escuela Cubana de Percusión, fue pionero en la formación profesional de esta disciplina en múltiples centros como el Conservatorio Amadeo Roldán y el Instituto Superior de Arte. Su obra más emblemática, Los instrumentos de Percusión, es un testimonio vivo de su pasión y saber acumulado durante décadas.

Maestro, constructor y visionario, no solo dominó los ritmos sino también el arte de diseñar, reparar y perfeccionar instrumentos, enriqueciendo la tradición musical de Cuba. Reconocido con premios nacionales y distinciones, su nombre es sinónimo de excelencia y entrega.

Con más de un siglo de vida, Domingo Faustino Aragú Rodríguez marcó el pulso eterno de la percusión cubana, vibrando en cada baqueta, en cada aula y en el alma de la música de su tierra.

Foto: Tomada de internet

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