De vuelta a la vida. Una biografía de Santiago Feliú

Santiago Feliú

Por: Jorge Peré

Tenía 12 años cuando llegó a mis manos el álbum Futuro inmediato (Bis Music, 1998) de Santiago Feliú (La Habana, 29 de marzo de 1962—12 de febrero de 2014​). Si mi tío, Aníbal Sersa, me hubiera advertido entonces que ese disco y su autor serían mi iniciación espiritual en el amor, no le habría creído. ¿Y qué hace un joven ignorante con semejante premio entre las manos? Esto hice yo: colocarlo en el estante junto al resto de los discos de casa, dejarlo en reposo hasta que la edad y los astros fueran propicios. 

No pretendo que sea ésta una triste evocación, aunque tratándose de Santi, un amante empedernido del bajo cero, me va a costar cierto trabajo. La historia de Santiago Feliú, cada canción escrita por él, fue un acto de impaciencia ante el dolor, un intento de desafío al hecho de morir. 

Su biografía son sus canciones. Desde ʺBatallas sobre míʺ y ʺPara Bárbaraʺ hasta ʺResumiendoʺ, la vida del trovador queda expuesta tal y como fue. De ahí que traerlo de vuelta por medio de la memoria no sea otra cosa que cantarle. Así de honesto puede llegar a ser alguien que jamás utilizó el escenario para faltarle a su verdad. Así de elocuente y aventurera llegó a ser la vida de un hombre que nos legó un puñado de canciones de culto y una sensibilidad sin parecido en nuestra tradición musical. 

Siete años después de que la muerte sorprendiera a Feliú una noche cualquiera, mientras acariciaba, entre un cigarrillo y otro, el éxtasis de alguna melodía de piano, el músico Ruly Herrera y el productor Enrique Carballea se han enfrascado en un nuevo viaje hacia la isla poética que es Santi. Digo viaje pues la palabra “homenaje” me disgusta tanto como le disgustaba al trovador. Feliú fue, sobre todo, un poeta elegíaco; un poeta del lamento, la angustia y el desamor. En cambio, sus palabras jamás se envolvieron de la cortesía que implica acometer un homenaje. Todo lo que Santi amó en vida fue descrito en su voz de manera terrenal, humana. 

ʺFascinantemente mundoʺ es una pieza bordada entre varios músicos cercanos, por distintas razones, a la obra del cantautor. Se ha escogido un atípico repertorio de canciones, en el cual habitan sus mil rostros: desde lo más icónico hasta lo más rebuscado y marginal. Para ello, Ruly se ha rodeado de los amigos de la vida. No olvidemos que hubo cierta complicidad entre el trovador y el joven baterista, quien lo acompañó en los últimos compases de su obra y fue testigo de la manera en que Santi se entregaba al acto creativo. De modo que esta viene a ser la forma en que Ruly devuelve lo que le fue dado, cuanto pudo recibir de la hipnótica presencia de Feliú, entre consejos, palmadas en el hombro y resabios de un hombre cincuentón. 

Viendo el listado de temas, resucito la voz de Santi. Imagino la trama que envolvió el surgimiento de cada verso, el instante agónico en que melodía y letra se desafían hasta ponerse de acuerdo. Santi siempre dejó claro que sus canciones anidaban primero en la guitarra, en algún arpegio delirante que iba tomando forma y color hasta volverse decente o al menos propicio a lo poético. Muchos de sus temas podrían prescindir del texto y aun así no enmudecerían. ʺSin tanto miedoʺ es un buen ejemplo —aunque no el único— del trance que abordaba al trovador al momento de escribir. Quizá por ello Ruly ha querido interpretarlo él mismo con un brillante arreglo para piano. 

En una previa escucha del álbum, reencuentro títulos olvidados, anécdotas sin fondo, una avenida donde se resume una ciudad, una época, una generación marchita y sus aislados retoños. ʺNadiaʺ, ʺDe escudoʺ, ʺCertezaʺ, ʺOtra canciónʺ y ʺLuna rotaʺ son cincos joyas olvidadas, depositadas en la caja de Pandora de la intitulada novísima trova cubana. Poemas en forma de canción que quizá habrían tenido mejor suerte (mayor reconocimiento, quiero decir) en algún cuaderno. 

Casi todo lo escrito por Santiago se debate en esa encrucijada de la forma, en la pródiga tensión que se origina al decidir cómo llegar al otro. De ahí que hablar de su mejor canción, no sería hablar exactamente de sus mejores versos.  ʺLa ilusiónʺ es de las que no pueden faltar. Y esta vez se alza como un golpe de viento cálido, abrazador, traído por la voz de Yusa y el arreglo de Roberto Fonseca. No acaba uno de sacudirse el dolor que inspira aquella, y ya se embarca en ʺDe la reencarnaciónʺ, un tema que se sitúa entre lo más tierno que Santi haya escrito jamás. Semejante periplo solo puede tener como umbral ʺFascinantemente mundoʺ. De esto se percata Ruly mientras escucha el potente arreglo que ahora sostiene esa canción. Asimismo, no hay punto final más idóneo que ʺResumiendoʺ.  

Cualquiera que haya escuchado Ay, la vida es consciente de la mutación que sufrió este disco tras la muerte de Santi. Al menos yo no pude volver a escucharlo de la misma ingenua manera. Aquel álbum pasó de ser, quizá, la pieza más acabada de Feliú, al mejor decálogo escrito por algún trovador cubano. Pareciera que él intuía en esa placa la cercanía de todos los finales posibles: el último adiós, el último sexo, la última batalla, el último amor, la última canción… Se despide, en cambio, tan sabio y optimista que parece consentir la llegada de ese trágico y prematuro final. 

El álbum que han realizado Ruly Herrera y Enrique Carballea, junto a una generación de músicos cubanos entre los que se cuentan —además de los ya mencionados— David Blanco, Haydeé Milanés, Jorge Aragón, Yoyi Lagarza, Rafael Aldama, Miguel Díaz, Kelvis Ochoa, Polito Ibañez, Hectico Téllez y la joven Camila Guevara, será acaso la visitación más exquisita que se pueda hacer en torno a la obra de Santiago Feliú. Una manera de procurarnos la entrada a un universo poético inspirado como pocos en eso que solemos definir como la vida. 

 

NOTA EDITORAL

Este artículo, de Jorge Peré, apareció publicado en AM:PM el 30 de marzo de 2022.