Formado en el rigor de la academia y en la versatilidad de los escenarios, Yerian Antonio Luis Milián, más conocido como Azuquita de Cuba, es hoy una de las voces jóvenes más completas y carismáticas de la música criolla. Con tres galardones en el Concurso Adolfo Guzmán 2024 y una intensa agenda internacional, Yerian conversa con Radio Cadena Habana sobre su trayectoria musical.
Yerian, empecemos por sus inicios. ¿Cuándo supo que la música era su camino?
Desde muy pequeño lo sentí. Aunque mi padre soñaba con que fuera deportista, insistí en tener un piano. Cuando me hicieron pruebas de aptitud musical, la profesora confirmó que tenía condiciones. Eso motivó a mi familia a buscarme un maestro y comencé en la Escuela Vocacional de Arte Luis Casas Romero, en Camagüey, desde quinto grado.
¿Qué línea musical estudió inicialmente?
Lo primero fue Dirección Coral, pero, al pasar al nivel medio, opté por la tuba, considerada un “instrumento deficitario”. Era también mi opción de respaldo por si la voz me fallaba, ya que había padecido amigdalitis cuando pequeño. Estudié en la Escuela Profesional de Arte Manuel Muñoz Cedeño, en Granma, y me gradué en abril de 2012.
¿Cómo influyó el estudio de la tuba en su carrera como cantante?
Puedo asegurar que fue grande la influencia, porque la tuba es un instrumento grave de viento metal, parte de la misma familia que la trompeta o el trombón, pero menos visible en los formatos populares. Me ayudó a entender la música desde sus cimientos: el ritmo, la armonía, la respiración profunda. Descubrí que cantar y tocar la tuba tienen una conexión corporal muy parecida, lo cual me dio una base sólida.
Tras su formación académica, ¿cómo llegó a la música popular?
Durante mi servicio social trabajé en la Orquesta Sinfónica y en la Banda Provincial de Camagüey, pero tenía hambre de explorar otros géneros. Me uní al grupo Trovarte, luego a Coral Negro y finalmente a Los Duendes de la Salsa. Allí cantábamos de todo: inglés, baladas, merengues, timba, música de los 80… Esa etapa fue un laboratorio de estilos que me exigió mucho y me ayudó a crecer.
¿Qué significó para usted trabajar en La Habana?
Esa resultó una etapa de cambio total. Mi primer trabajo fue en la Orquesta Sinfónica del Gran Teatro Alicia Alonso. Luego audicioné en el Cabaré Parisién del Hotel Nacional y trabajé allí casi siete años. Fue una experiencia muy enriquecedora: cantar, bailar y actuar todas las noches. Participé en homenajes a Benny Moré, entre otros. Pero en un momento quise expandirme más allá del cabaré, llegar a otros públicos.
Y entonces llegó a Los Jóvenes Clásicos del Son…
Así es. Una noche improvisé con ellos durante la clausura del Festival Internacional de Ballet, en el Hotel Packard. A Palma, el director, le gustó lo que hice y me invitó a formar parte del grupo. Estuve tres años con ellos, grabamos, hicimos giras, tocamos en la Casa de la Amistad de La Habana. Los recuerdo como algo muy especial.
¿Cómo surgió su vínculo con el proyecto Estrellas del Buenavista?
Fue gracias a una presentación en el Jazz Plaza. Mi trabajo llamó la atención y me invitaron a sumarme. Hicimos dos giras internacionales: una por Costa Rica y otra por Europa, incluyendo Francia, España y las Islas Canarias. Considero que es un privilegio cantar son cubano en escenarios tan importantes, incluso en la inauguración de los Juegos Olímpicos en Francia.
Háblenos del Concurso Adolfo Guzmán 2024, donde obtuvo tres premios.
Fue un sueño. Siempre había querido estar ahí. Defendí el tema “Tengo fe”, del compositor Sergio Cardona, con quien trabajé directamente para entender la intención de la canción. Le puse mi “poquito de azúcar”, como suelo decir. Gané el Premio a la Mejor Interpretación y el Premio de la Popularidad, con más de 40 mil votos del público. Y el tema obtuvo, igualmente, el tercer lugar del concurso, reconocimiento que se entrega al compositor. Me sentí profundamente realizado.
Además de intérprete, es compositor. ¿Desde cuándo escribe canciones?
Realmente comencé desde niño. Mi primera grabación profesional fue con una canción mía titulada “Niña”. Tengo temas registrados en Agencia Cubana de Derecho de Autor Musical, ACDAM, y Centro Nacional de Derecho de Autor, CENDA. Recientemente colaboré con el músico Leyan Cotayo en un disco tropical, donde interpreté una balada y una bachata. Me gusta explorar todo lo que me inspire.
¿En qué proyectos está trabajando actualmente?
Formo parte del Septeto Son Latino, dirigido por la excelente música y trecera Yarima Blanco. Estamos de gira por Alemania desde hace casi tres meses, llevando nuestra música a escenarios muy diversos. Es una experiencia intensa y muy gratificante.
¿Qué representa para usted el público cubano?
Es un público exigente, pero noble. Siente la música, la entiende. En el Guzmán sentí su cariño inmenso. Cuando uno canta, el público cubano percibe el sentir de cada artista y lo expresa con fuerza. Es el mejor termómetro para cualquier creador.
¿Cómo surgió su nombre artístico “Azuquita de Cuba”?
Fue idea de César, El Lento, de Los Jóvenes Clásicos del Son. Querían un nombre para presentarme con el grupo, y él dijo que ese se adecuaba a mi personalidad, por mi carisma. Luego se fue afianzando en la gira con Buenavista y en el Concurso Guzmán también me presentaron así. En el periplo actual por Alemania, seguimos promocionándome por esa denominación artística.
Si tuviera que definir su carrera hasta ahora en una sola frase…
Mi carrera es como un río: comenzó con una fuente académica, creció con muchos afluentes musicales y hoy desemboca en un océano de emociones, donde cada nota es parte de mí.
Radio Cadena Habana agradece la entrevista de Azuquita de Cuba, le desea éxitos en cada proyecto y le recuerda que es invitado permanente de la emisora de los músicos cubanos.