El maestro José Urfé tiene el privilegio de ser uno de nuestros más sobresalientes músicos por sus aportes al danzón. Nacido en Madruga en 1879, devino con el paso del tiempo destacado compositor, profesor, clarinetista y director de orquesta.
En la Academia de Domingo Ramos recibió sus primeras clases, aunque por muy poco tiempo. La guerra iniciada en 1895 las interrumpió y el joven de quince años se trasladó a La Habana donde continuó los estudios del pentagrama.
José Urfé integró desde muy joven la orquesta del Teatro Payret, donde perfeccionó sus ejecuciones de clarinete. Luego estuvo entre los fundadores de la típica de Enrique Peña y su dúo instrumental con Cheo Belén Puig fue muy recordado en los anales de la agrupación.
Con esta orquesta José Urfé estrenó “El bombín de Barreto” en 1910, danzón que aportó nuevos elementos rítmicos y formales al género, al incluirle un montuno procedente del son.
A partir de entonces esos cambios pasaron a formar parte de los danzones de manera regular, y propiciaron a su creador un lugar de privilegio en nuestra historia musical.
El nombre de José Urfé ocupa un lugar de privilegio en la historia musical cubana por sus aportes al danzón. Treinta y un años después que Miguel Faílde creara “Las alturas de Simpson”, la primera pieza del género, Urfé encontró en el ritmo del son oriental un complemento para estructurar su famoso danzón “El bombín de Barreto”.
Según cuentan, para componerlo se inspiró en una anécdota ocurrida con Julián Barreto, el violinista de la orquesta de Enrique Peña. Urfé también integraba por entonces esta agrupación, la misma que tuvo a su cargo el estreno del famoso danzón el 11 de diciembre de 1910 en Güira de Melena.
A partir de esa fecha la pieza gozó de gran popularidad y con el paso del tiempo devino una de las imprescindibles del pentagrama nacional.
El maestro José Urfé no solo consiguió fama y prestigio con el más trascendente de sus danzones. En su prolífera producción para el género hay muchas otras obras en las que destacan su originalidad y genialidad: “Mariposa mía”, “Fefita”, “La loma del mazo”, “El dios chino” y “Ofelia”, junto a muchos más. Además de danzones, creó música religiosa, criollas, habaneras y caprichos, así como himnos.
Al terminar la segunda década del pasado siglo XX, José Urfé decidió regresar definitivamente a su natal Madruga. Para ese entonces dividió su tiempo entre las composiciones y la enseñanza musical. Dicen que las puertas de su casa siempre permanecieron abiertas para los jóvenes, o las personas de distintas edades que se interesaran por adquirir conocimientos del pentagrama.
Falleció en Madruga el 13 de noviembre de 1957 y allí también descansan sus restos, tal como fue su deseo. Su pueblo natal lo recuerda con un pequeño busto erigido en el parque central y con múltiples actividades que se realizan en su nombre.