Desde que Tatiana Faxas llegó a la vida, la música cubana venía con ella.
Y no fue solo el hecho de nacer en la villa habanera de Guanabacoa, cuna por antonomasia de grandes del pentagrama criollo y universal.
Para Tatiana hubo algo más fuerte: ser hija de un cubano imprescindible para la historia musical y patriótica de esta isla. Me refiero a Carlos Faxas Valerino.

Desde que la conocí en las aulas del Conservatorio Guillermo Tomás, de su villa natal, supe cuánto tenía de su progenitor, porque para ambos defender nuestras raíces sonoras ha sido vital. Como lo es tener una sonrisa sincera y amable para el interlocutor.
Y así transcurrió está entrevista exclusiva, con la hija del hombre que dirigió la operación secreta para grabar la Marcha del 26 de Julio el 15 de febrero de 1957 en los estudios de Radio Cadena Habana.
¿Cuánto influyó su padre para que decidiera dedicarse a la música?
Soy la más pequeña de un matrimonio que tuvo cuatro hijos y en mi casa lo más normal era sentarse al piano, sacar acordes, escribir algún tema, cantar.
Todos mis hermanos, hasta la que es doctora, se formaron como músicos, incluso mi madre ha hecho sus pequeños aportes. Mi padre decía que yo era la que más me le parecía, que era la vivaracha y desde muy pequeñita me enseñó a tocar cada tecla.
¿Y aquel hombre tan ocupado tenía tiempo para atender la situación de sus hijos y trasmitirles sus enseñanzas?
Mi padre era un hombre, un esposo y un padre ejemplar, que todo lo que tuviera que ver con el buen desenvolvimiento del hogar no se lo dejaba solo a mi madre. Él estaba al tanto de cada detalle y lo siguió estando cuando llegaron los nietos. Siempre fue mi amigo y así lo sigo viendo, como alguien que nunca me faltará porque me dejó lecciones para toda la vida.
Hasta los conocidos que tenían interés en aprender, lo buscaban. De él siempre tendré los mejores recuerdos hasta sus últimos días, aunque estaba enfermo preguntaba por cada asunto medular para el desarrollo de la comunidad. Era incansable y no pensaba en otra cosa que en vivir para que todos nos sintiéramos felices.
¿Entonces a Tatiana, su padre, Carlos Faxas, le mostró que la vida era un camino espinoso que había que aprender a caminar buscando salir adelante con una sonrisa, una flor o una canción?
Mira, cuando me inscribí en las Milicias de Tropas Territoriales, fui con él; no con mis hermanos ni mis compañeros del aula. Estaba tan orgulloso de mi participación en aquella organización, que me acompañó. El me seguía en cada paso, me daba orientaciones prácticas cuando me veía ejecutar el piano y hasta cuando nació mi hijo, me recomendaba que había que ayudarlo porque tenía facilidad para aprender la música.
¿Para él era importante que usted se formara como músico, pero también como revolucionaria?
Así mismo puede decirlo. Aquellas anécdotas de su intrepidez durante la lucha clandestina en la ciudad contra la tiranía de Fulgencio Batista, le costó pasar grandes apuros, ir la cárcel, a juicio. Pero había tantas personas a las que él había ayudado, que muchos hicieron todo para salvarlo y nadie pudo demostrar su intervención en ningún hecho. Solo sus jefes sabían de sus acciones y por eso el movimiento revolucionario lo sacó al exilio hasta el triunfo de 1959.
Su padre falleció con 92 años, ¿cómo lo recuerda?
La alegría de mi padre era eterna y contagiosa. Estaba en el hospital muy enfermo y les hacía chistes a las enfermeras. Era muy amoroso con mi madre. Siempre tenía un gesto amable para todos, no se mostraba cansado ni molesto. Era un artista y eso lo expresaba de muchas formas.
Imagínese que cuando él trabajaba en la Casa Central de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, inventó un menú musical para los adultos y otro para los niños. Siempre estaba creando y tratando de educar a todos en la mejor música cubana e internacional.
Lo recuerdo desde mi niñez, a través de nuestras cartas cuando él cortaba caña lejos del hogar para la histórica zafra de los 10 millones, pasando por los primeros acordes que él me enseñaba en el piano familiar, hasta los aportes para mi reciente Maestría en Procesos Formativos de la Enseñanza de las Artes.
Hablando con esta hija orgullosa de su padre, confirmé, una vez más, como ella me sentenciara, que Carlos Faxas Valerino era un cubano alegre, activo, muy humano y muy revolucionario, siempre dispuesto a ayudar a todos.
Agracemos a Tatiana Faxas esta entrevista para Radio Cadena Habana, en la cual se mostró apasionada por momentos, pero supo guardar la calma infinita de los sabios.