El rey que susurraba sus delirios

José Antonio Méndez

En las décadas del cincuenta y el sesenta del siglo pasado, los enamorados de América Latina convertían en himnos sus composiciones, que hoy le han ganado al tiempo, y encuentran su espacio en lo perdurable. Esas canciones pertenecen a un hombre que era como un niño ingenuo, alegre, sencillo, conversador, amigo. Le decían El King. Se llamaba José Antonio Méndez.

José Antonio Méndez había escrito su primera canción a los catorce años y en ella quiso plasmar su primer desengaño amoroso. Luego la experiencia le hizo seguir escribiendo y encontrar amores que se volvieran música. Para El King, el compositor no debía fabricar, sino tener una razón, un por qué componer. Justamente el sentimiento distingue su obra. Por eso estuvo entre los más importantes exponentes del filin. En ese movimiento creaban por amor al arte.

En México,El King se convirtió en intérprete de sus canciones y tuvo grandes amigos. Compuso algunas obras y vio hacerse populares otras que llevaban largo tiempo escritas como “La gloria eres tú”, una de sus más queridas. “La gloria…” parece una obra llena de madurez, sin embargo la escribió cuando tenía apenas diecisiete años.

El amor fue la divisa de José Antonio Méndez, hombre y artista que declaraba como su canción preferida la que aún no había compuesto. Pero tenía espacio en su corazón para todas. Sin embargo, siempre guardó sitio especial para una dedicada a su novia, quien luego fue su esposa. “Novia Mía”, una canción que ya tiene varias décadas y sigue sonando entrañable, como la primera vez.

José Antonio Méndez buscó, junto a la intimidad y el buen decir, la fuerza evocadora, la resonancia interior en el ser amado. Su vida y obra fueron como el filin: lo hizo todo a base de amor y dejó algo bello para la eternidad.

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