Flor autóctona de la Revolución, te nombran Celia. ¿Pero quién duda que también podemos llamarte amor, sencillez, humanismo?
Las imágenes te encuentran rodeada de mariposas y de orquídeas, de naturaleza viva, de libros, hombres, mujeres y niños. Subir a lo más alto de la Patria, bajar al más profundo dolor, hacer crecer la esperanza en todas partes. Así te recordamos.
Escritores, músicos, artistas se inspiran en tu estirpe de guerrillera, de hija de Manzanillo, de cubana de todas las horas para la Patria. La excelente vocalista Omara Portuondo te nombra en una canción “la flor más hermosa de la sierra, de honda raíz en la tierra”.
Tienes sitio de honor en la lista de creadores de la Mayor de las Antillas. Tu sensibilidad, tu capacidad para apasionarte y entregar tu ingenio para moldear con belleza cada nueva tarea, te hicieron autora sutil de obras memorables.
Las manos que empuñaron tu fusil dieron refugio a heridos y enfermos, fueron las que se irguieron en busca de la luz para el Apóstol hasta colocarlo muy cerca del Sol.
Tu cuerpo no fue robusto, pero mucho menos endeble. No hubo sufrimiento que no achicaran el deber y el compromiso para modelar una sociedad más justa para todos.
En otra canción, la novia del feeling te dice “flor de la montaña, manzanillera combatiente”.
El Parque Lenin, el Palacio de las Convenciones tienen tu presencia de mujer tenaz y delicada. Cada jardín, cada edificación te saben dirigente y poeta de la vida de tu pueblo, del diseño armonioso de este proyecto.
Escasos los montes, los ejemplos de heroínas se suceden, pero tú, Celia Sánchez Manduley, eres flor que Cuba no deja marchitar.