Yolanda Ernestina Martínez Ordóñez, batuta que tejió silencios en canto

Yolanda Ernestina Martínez Ordóñez

Desde el rincón tranquilo de una villa cubana nació un susurro que alzó el vuelo en forma de coral. En el verdor de la provincia de Santa Clara se incubó el acto humilde y solemne de guiar voces hacia la armonía. Allí, la directora y pedagoga coral encontró en el silencio de los ensayos un lenguaje íntimo: el de la comunidad que canta, escucha y crece en colectivo.

Nacida el 11 de noviembre de 1943, en Villa Clara, Yolanda Ernestina Martínez Ordóñez ha dedicado su vida al arte coral y a la enseñanza responsable.  Su obra no solo se mide en presentaciones, sino en generaciones formadas, en voces que aprendieron a leer partituras, a respetar el silencio entre las notas, y a experimentar la música como un vínculo humano. 

Bajo su batuta floreció el Coro Provincial de su ciudad natal, que ella dirigió con vocación de madre, convirtiendo un conjunto artístico en una escuela de vida. 

Durante décadas, Yolanda Martínez Ordóñez tejió un puente entre la disciplina musical y el valor comunitario. Con mano firme y corazón sereno, construyó repertorios que iban desde la polifonía clásica hasta la trova tradicional cubana, aventurándose en lo ecléctico sin perder la raíz.  

Es también pedagoga incansable: impartió clases en escuelas de arte, formó cantores y directores, incluso cuando las condiciones materiales exigían improvisación. Su propia casa sirvió de ensayo en tiempos difíciles. 

Más allá de los logros, lo que perdurará es su forma de entender la música como encuentro, como compañía, como pertenencia. En cada ensayo, los cantores hallaban no solo técnica, sino también un lugar donde crecer juntos; no solo notas, sino una conversación pausada, humana, llena de sencillez y verdad. Hoy celebramos su vida, su entrega, su legado. Que esas voces que guió sigan vibrando en la memoria colectiva.

Foto: Tomada de Vanguardia

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