Así manifestó el compositor, musicólogo y flautista José Loyola, a propósito del proceso de confección del expediente para incluir la práctica del danzón en la lista representativa de la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
El Premio Nacional de la Enseñanza Artística 2023, figura esencial en la defensa y promoción del danzón, se refirió al carácter integral de este género, que trasciende la música y el baile, incorporando también la dimensión concertante.
A diferencia de otras expresiones cubanas, como el bolero –ya declarado patrimonio binacional con México– el danzón requiere una mirada más amplia y metodológica, tanto en la recogida de testimonios de portadores, como en el trabajo conjunto con musicólogos, investigadores y agrupaciones, dijo el maestro.
El también director fundador de la Charanga de Oro, subrayó la importancia de la socialización del proceso entre músicos, bailarines y comunidades. Además, advirtió sobre vacíos actuales que urgen ser llenados: la necesidad de revitalizar las orquestas danzoneras, más allá de las peñas con música grabada, y de integrar a las charangas y bandas de conciertos en una práctica viva y cotidiana.
Loyola recordó el papel que históricamente han desempeñado eventos como Cuba Danzón en Matanzas y la relevancia que ha tenido para el desarrollo regional y nacional de este género.
Mientras que países como México han abrazado el danzón con decenas de orquestas en vivo semanalmente, en Cuba se insiste en recuperar espacios y fortalecer el repertorio compuesto, reivindicando una tradición que sigue en movimiento.
Por otra parte, señaló la relevancia de los medios de comunicación, especialmente la radio y la televisión, en la difusión y preservación del danzón. Los programas de corte cultural han sido vitales para ampliar la comprensión y la recepción del danzón entre las nuevas generaciones, un aspecto que, junto al audiovisual preparado para la Unesco, será clave en el proceso de evaluación.
De igual manera, llamó a una colaboración interinstitucional, donde participen desde el Consejo Nacional de Casas de Cultura, hasta la Asociación de Artes Escénicas de la UNEAC, para asegurar que el expediente recoja voces diversas y construya una representación robusta y legítima.
Finalmente, Loyola enfatizó que la meta no es solo obtener una declaratoria para el danzón, sino mantener y fortalecer su ejercicio real en la sociedad cubana, con festivales, eventos locales y acciones sostenidas de salvaguarda.
El expediente incorpora un plan concreto para preservar la práctica y garantizar que continúe siendo pilar de la identidad cultural cubana.
En palabras de los protagonistas de este proceso, el reto es que el danzón no sea solo patrimonio reconocido, sino legado vivo, disfrutado y reinventado por generaciones presentes y futuras.
Foto: Cortesía de la autora
