Desde el primer instante en que su voz rompió el silencio del Teatro Nacional de La Habana, María de los Ángeles Santana se convirtió en mucho más que una actriz y cantante. Ella encarnó el arte cubano más genuino, por su talento, carisma y virtuosismo que iluminó escenarios y conquistó corazones.
Con una carrera que abrazó el teatro, el cine, la radio y la televisión, María de los Ángeles (La Habana, 2 de agosto de 1914-8 de febrero de 2011), no solo protagonizó momentos inolvidables, sino que llevó la cubanía a cada rincón donde llegó.
Desde su debut en 1936 bajo la batuta de Ernesto Lecuona, quien le confió piezas emblemáticas como “Te vas, juventud“, hasta su icónica interpretación de Remigia en San Nicolás del Peladero, su legado es un testimonio vibrante de pasión, elegancia y entrega.
Traspasó fronteras, conquistó escenarios en España, México, París y Estados Unidos, donde su nombre brilló con el mismo fulgor que en su terruño, al tiempo que mereció premios y distinciones nacionales importantes, como la Orden Félix Varela.
María de los Ángeles Santana fue, es y será una gran estrella que iluminó no solo el escenario, sino el alma de toda una nación.
Foto: tomada de Habana Radio