Pancho Quinto, hijo del tambor 

Pancho Quinto

Francisco Hernández Mora, o Pancho Quinto, como se le conoció en el ambiente nacional, había heredado de sus antepasados ese maravilloso caudal de sabiduría que lo consagraron como Omo Oña (hijo del tambor). El 23 de abril de 1933, fecha en que vino al mundo, la Madre Tierra sintió sobrecogimiento especial porque aquel recién nacido llevaba en el alma un cielo de alegría. 

El niño reveló tempranamente su fuego creativo: lo mismo sacaba sonidos de una lata que de un viejo madero abandonado. Se cuenta que frecuentaba las casas santorales no solo para invocar a los orishas, sino para disfrutar de aquellas cascadas incontenibles de ritmos que lo convocaban desde los cueros. Ya desde entonces, los tambores batá habían determinado su camino físico y espiritual. 

El barrio de Belén, donde vio la luz primigenia, fue el espacio que se acomodó para su nacimiento y crecimiento. Hijo de padres humildes, negro, semianalfabeto, mente tocada por el sincretismo religioso afrocubano, fue en las escuelas mundanas de esa barriada habanera donde abrevó las lecciones primarias de su eticidad y religiosidad. 

«Me aficioné a los toques», explicó un día, «porque eso era lo que se respiraba en mi vecindad y aún en mi propio hogar, pues mi abuela Patricia era una santera famosa. Tuve la oportunidad de estar en contacto con los mejores bataleros de aquella época». 

Fue así como comenzó a tejer su carrera artística, percutiendo los tambores en las fiestas de santos, en el puerto, en los solares, en las calles, para convertirse en uno de los grandes rumberos de Cuba e introducir nuevos estilos en la rumba cubana. 

Su bautizo artístico se dio en la famosa comparsa de Los Dandys. Actuó, además, en varias agrupaciones como Los Componentes de Batea, Los Guaracheros de Regla y otros grupos que tenían como bandera el tambor batá; tuvo una fugaz presencia en la Sonora Matancera e intervino en la orquesta acompañante del Cuarteto Las D’Aida en el cabaret Tropicana. 

Más tarde fundó el Guaguancó Marítimo Portuario, agrupación que se convirtió en el popular grupo Yoruba Andabó que actuó con la artista canadiense Jane Bunnett, a quien Francisco Hernández Mora, que en algún momento comenzó a ser conocido como Pancho Quinto, colaboró en otras producciones, y en el ocaso de su carrera logró tres producciones como solista. 

El percusionista Pancho Quinto fue llamado en los Estados Unidos «el baterista de la mano poderosa». Sin embargo, este reseñador está convencido de que nuestro hombre se sintió más satisfecho con el modo con que lo nombró un hermano de religión: Omo Oña. 

 

Foto: Tomada de Percusionistas Cubanos 

Autor